Los vecinos de Braojos de la Sierra «están muy contentos» con la declaración de nuestra Iglesia parroquial de San Vicente mártir como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento por la Comunidad de Madrid. Así lo ha expresado su párroco, Jorge González Guadalix. La construcción, de interés arquitectónico e histórico, está fechada entre los siglos XV y XVII, con restos de siglos anteriores y con modificaciones posteriores.
De todos ellos, destaca la reforma llevada a cabo entre 1616 y 1621 por el maestro de cantería Juan de la Verde. Tanto la tipología como los elementos decorativos de esta parte del templo responden a un clasicismo ornamentado que es excepcional encontrar en esta zona norte de la Comunidad de Madrid. «Externamente es una belleza». Una iglesia enorme en la que destaca «una torre espectacular».
Además, el sacerdote cuenta que la Guerra Civil española no afectó materialmente al pueblo, «lo cual ha permitido que se conserve toda la riqueza que atesora del siglo XVI». Conserva un importante conjunto de retablos de los siglos XVII y XVIII de gran calidad donde intervinieron destacados maestros barrocos. Así, en la capilla de los Vargas se localiza el retablo de San Miguel (1628-1633), ejecutado por el ensamblador Juan de Velázquez, el escultor vallisoletano Gregorio Fernández y el pintor madrileño Vicente Carducho.
Por su parte, en la capilla del Rosario se encuentra el retablo de la Virgen del Rosario (1680-1690), cuya pintura se atribuye al círculo de artistas madrileños próximos a Claudio Coello. Ya en el banco del retablo de San Sebastián destacan dos tablas hispanoflamencas de finales del siglo XV atribuidas al Maestro de los Luna. Imágenes de una gran belleza. «Todo cuidado y mimado por los vecinos de Braojos», apunta el González Guadalix.
La «catedral» de la Sierra Norte
La iglesia de San Vicente Mártir también conserva una serie de lápidas sepulcrales (siglos XVII y XVIII) con motivos heráldicos labrados e inscripciones grabadas que pertenecieron tanto a la familia Vargas como a otros personajes eclesiásticos.
La gran riqueza de la iglesia es que «está abierta al culto y además se atesoran algunas tradiciones populares como la pastorela del siglo XV o la procesión de Minerva desde el año 1589».
Asimismo, el párroco insiste que los vecinos del pueblo tienen «la iglesia cuidada, mimada, es nuestro lugar de culto, nuestro gran tesoro y para muchos, la catedral de la Sierra Norte». En este sentido explica, que el ser declarada BIC supone «un reconocimiento de todo lo que lo que iglesia atesora y es también un reto para seguir cuidándola como se ha hecho hasta ahora».