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Jueves, 12 junio 2025 08:14

Madre Teresa López-Orozco, superiora general de las Hermanas Oblatas, ante la festividad de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote: «Debemos rogar al Padre por nuestros sacerdotes para que sean santos en la verdad»

Madre Teresa López-Orozco, superiora general de las Hermanas Oblatas, ante la festividad de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote: «Debemos rogar al Padre por nuestros sacerdotes para que sean santos en la verdad»

El claustro del monasterio de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote (General Aranaz, 22) acoge este jueves 12 de junio, a las 12:00 horas, la solemne Eucaristía en la festividad de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, que presidirá el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

La fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote surgió en la Iglesia por el celo que animaba a los padres fundadores de la Oblatas, el venerable José María García la Higuera y la sierva de Dios Madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes. «Los dos compartían no solo el ideal de la ofrenda de la propia vida por los sacerdotes y seminaristas, sino el anhelo de que se celebrara el sacerdocio de Cristo en la liturgia para contemplarle y para poder vivir mejor su ser sacerdotal y así darle gloria». En ese sentido, «los dos juntos fueron unos decididos promotores de esta fiesta que ya la Iglesia ha introducido en su liturgia», explica la Madre Teresa López-Orozco, superiora general del monasterio de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote.

Además, la Madre Teresa recuerda que a García Lahiguera «le correspondió más el impulso oficial», y a la Madre, como religiosa de clausura, «el colaborar desde lo escondido pero imprescindible para que llegara a ser eficaz».

Motivaciones pastorales

En el año 1950 se comenzó a celebrar privadamente, con un permiso especial, en la Congregación de Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote. Y en 1973 se aprobó la fiesta de Cristo Sacerdote para toda España, con la posibilidad de que las conferencias episcopales la pudiesen solicitar para su celebración en otros países.

En la actualidad, esta festividad se celebra en muchos lugares de Europa, América y Asia. «El deseo y el anhelo de los dos fundadores era que algún día se celebrase en toda la Iglesia, es decir, que fuese fiesta universal», añade.

El día de la fiesta de Cristo Sacerdote se suele celebrar una Eucaristía concelebrada, muy numerosa, de sacerdotes presididos por su obispo. En algunos lugares esta Misa está precedida por algún momento de meditación y oración, similar a un retiro. Y al finalizar, hay un encuentro de los sacerdotes con un aperitivo o una comida en el que se disfrutan fraternalmente.

Esta festividad surge en la Iglesia por algunas motivaciones pastorales. «La liturgia es siempre la mejor maestra y el alimento más adecuado para crecer y fortalecernos, porque nos hace entrar de lleno en el sentir de Cristo y de la Iglesia». Desde el punto de vista pastoral, «podía ayudar a los sacerdotes a encontrar y a vivir su identidad sacerdotal, contemplando a Cristo sacerdote como modelo y origen de su vocación». También «descubre la belleza del sacerdocio a los jóvenes que pueden descubrir su vocación», explica.

Otro fin pastoral, recuerda la Madre Teresa, «es recordar a los bautizados su dignidad de pueblo sacerdotal, en el cual el sacerdocio común y el ministerial participan, cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo y están ordenados el uno al otro, según las enseñanzas del Concilio Vaticano II».

sacerdotes

La grandeza del sacerdocio

Monseñor José María García Lahiguera, como sacerdote, «sentía esa necesidad de que se implantara la fiesta para mirar y contemplar a Cristo Sacerdote como modelo de santo sacerdote y obispo». En este sentido, «tenía fuego en el corazón para ayudar a los sacerdotes a ser santos». Por esa causa, «había entregado su vida», y además de atenderles con la dirección espiritual y con la exhortación, «quería dirigir su mirada a la fuente, a Cristo sacerdote».

Otro de los aspectos que destaca la Madre Teresa es que «debemos de rogar al Padre por nuestros sacerdotes para que sean santos en la verdad y sean unos con Él. Si ellos son santos, la gracia llegará al pueblo de Dios y toda la Iglesia será ofrenda santa con Cristo y en Cristo».

Además, afirma que la Madre María del Carmen, como cristiana bautizada, «vivía con profunda fe el ser cuerpo de Cristo, miembro vivo, llamada a participar de su ofrenda con Él y en Él, llamada a vivir la oblación de Cristo como miembro de la Iglesia».

Respecto a la figura la de Cristo Sacerdote, «qué belleza nos presenta la Iglesia». Cuánto desearon monseñor José María García Lahiguera y la madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes, dice, «que fuera honrado, conocido, glorificado, que conozcan las almas la grandeza del sacerdocio, del que participa el sacerdote de Cristo, y también la grandeza de la vida bautismal llamada a ofrecerse con él».

Por último, la Madre Teresa señala que la aprobación tuvo muchas dificultades. «Fue necesaria mucha paciencia y fe, pero no era un capricho humano, sino un interés limpio para hacer mucho bien a la Iglesia». En definitiva, «todo se alcanzó, como suele ser en las obras de Dios, con mucho sufrimiento y oración».

Cardenal Monasterio oblatas

 

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