La catedral de Santa María la Real de la Almudena acogió el pasado sábado, 27 de mayo, la Vigilia de Pentecostés, organizada por Secretariado Diocesano de Apostolado Seglar. La celebración comenzó con la invocación al Espíritu Santo por parte de representantes de asociaciones, movimientos y parroquias.
Desde el movimiento de Cursillos de Cristiandad invitaron a implorar el don del Espíritu Santo para que ayude en el primer anuncio a través del testimonio en la vida cotidiana. El movimiento Teresiano Apostólico, por su parte, imploró el don del Espíritu para que ayude en la vida familiar. Acción Católica le pidió ayuda en la vida del trabajo, «siendo mejores testigos con su fuerza». Finalmente, Manos Unidas solicitó su don para la vida social: la amistad, el vecindario, el asociacionismo, la política, la cultura, el deporte y el ocio.
El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, agradeció a los que habían preparado la celebración «por los tres aspectos que habéis tocado: el primer anuncio, la vida familiar, la vida de trabajo, junto con la vida social». Que el Espíritu Santo, suplicó, haga sentir «el compromiso de anunciar al Señor, de construir familias que sean Iglesias domésticas, como le gustaba decir al Papa san Juan Pablo II, y que tengamos también la necesidad de hacer una reflexión sobre la vida del trabajo como algo esencial para conseguir la dignidad del ser humano; un derecho que nos regaló Dios y que nosotros no podemos quitar a nadie».
La fe es una «adhesión a la persona de Jesús»
Ya en la Eucaristía, enmarcada en la solemnidad de Pentecostés y en el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, el cardenal Osoro incidió en que «el Señor nos acompaña en el camino de la vida como acompañó a los discípulos de Emaús», aunque a veces el hombre no se dé cuenta. Jesucristo ofrece el «agua del Espíritu, el agua de la vida». En Pentecostés, «Jesús nos invita a acercarnos a Él, nos ofrece una vida nueva».
«La fe es un acercamiento, es una adhesión a la persona de Jesús», continuó, es «poner la confianza en Él». La fe, añadió en el último día de la Pascua, «es un encuentro con Jesús Resucitado como dador del agua, del Espíritu, dador de la vida plena que nos impulsa a salir de toda indiferencia y de toda pasividad». En este sentido, y en línea con lo manifestado al comienzo de la vigilia, el purpurado recalcó que «el Espíritu nos impulsa a anunciar al Señor».
El empeño de la Iglesia, siempre pero más en estos tiempos, es «el empeño por salir a ofrecer el agua viva que ofrece nada más que Jesucristo, Nuestro Señor». Y el Espíritu Santo «sigue actuando en la vida de la Iglesia«, sigue «mostrando la necesidad de salir de nosotros mismos para entregar a todos los demás la fuerza y la gracia que viene de Jesucristo». «El Señor no ha dejado la Iglesia sin la fuerza del Espíritu Santo», aseguró, para concluir subrayando que es toda la Iglesia quien recibe el Espíritu del Señor, y toda la Iglesia «dice a los hombres: “Él, Jesús, es el Camino, la Verdad y la Vida”».