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Viernes, 05 abril 2024 07:21

María Ángeles Curros, religiosa Mercedaria: «La beata María Ana de Jesús pasaba por Madrid llevando el amor, el consuelo y el bien»

María Ángeles Curros, religiosa Mercedaria: «La beata María Ana de Jesús pasaba por Madrid llevando el amor, el consuelo y el bien»

María Ana Navarro de Guevara y Romero, o beata Mariana de Jesús, falleció en Madrid el 17 de abril de 1624. El próximo día 17 darán comienzo las actividades organizadas para conmemorar el IV centenario de su muerte. Unos días antes, el domingo 14 de abril, el arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo, celebrará la Eucaristía en la catedral de la Almudena en el inicio del IV centenario.

La hermana María Ángeles Curros, religiosa Mercedaria, ha sido vicepostuladora en la fase diocesana de su causa, y fundadora de la Asociación de Amigos de Mariana de Jesús para los pobres de Madrid. Gran conocedora de su figura, explica que «la beata María Ana de Jesús fue una mujer de Madrid, Mercedaria y santa. O santa Mercedaria. Y, desde el siglo XVII, ha estado presente en la vida de todos los madrileños. Yo diría que incluso antes, porque ya en vida se la reconoció esa santidad que ella derrochaba en amor hacia todos. Y es que la beata manifestaba el amor de Dios». Confiesa que, «entre los rasgos más importantes de su vida, señalaría esa entrega total de lo que ella recibió. Hay un himno de la beata que dice: ‘Dios le dio todo su amor. Y ella, del Amor se enamoró’. Y, efectivamente, María Ana de Jesús, todo aquello que Dios le concedió, lo llevó a los demás: la ternura, el amor de Dios, el perdón de Dios… Ya en vida, era conocida como una santa, porque se manifestó en múltiples milagros. Pero los milagros no los hacen las personas: los hace Dios a través de…. La beata tiene muchos milagros históricos, tanto en Madrid como en Roma, donde hizo alguno cuando llevaron la causa de su beatificación».

Para esta Mercedaria, «el amor a la Eucaristía, el amor a la Santísima Virgen y el amor a la Pasión es lo que caracteriza la vida de la beata. Ella quiso vivir la Pasión en su cuerpo, y se lo pidió al Señor. Y verdaderamente la padeció en su cuerpo, porque tuvo cantidad de enfermedades tremendas, que la dejaron postrada. Pero de ellas salió siempre. Y siguió, hasta el final de su vida, entregando a los demás eso que ella recibía». «Esas tres grandes manifestaciones de su espiritualidad -insiste- han estado siempre patentes en su vida, y siguen estando hoy para todos sus devotos: el amor a la Pasión, el amor a la Eucaristía y el amor a la Santísima Virgen».

Precisa que, «aunque llevaba el hábito de la Merced, no fue religiosa: era Terciaria de la Merced. Quiso ser Mercedaria, y fue a Don Juan de Alarcón intentando ingresar, pero como tenía fama de hacer milagros y demás, en aquel momento le dijeron que no. Hay una leyenda que cuenta que dijo: ‘no me queréis viva, pero me querréis muerta’. Y se cumplió, tal y como lo cuentan. Porque murió en el convento de los Mercedarios Descalzos, que estaba en la actual plaza de Santa Bárbara: eso eran los jardines de los frailes, y allí tenía una pequeña casita. Ella profesó en la Orden cuando el general era el padre Guimarans. Luego, la Orden se dividió, y ella se fue con los Descalzos, al convento de Santa Bárbara, donde hizo la profesión religiosa en privado. Cuando se puso muy grave, acudió todo Madrid». Entre ellos, Lope de Vega.

«Mariana de Jesús - comenta la religiosa - jugó desde muy pequeña con Lope de Vega. Vivía en la plaza de Santiago, y todas las casas eran de Patrimonio, para la gente que trabajaba para el Rey. Allí jugaban todos los niños unidos. Y ella jugó mucho con Lope, hasta la adolescencia». «Mariana de Jesús -prosigue- mantuvo esta relación. Y a la hora de la muerte cuentan los biógrafos cómo ella, que tenía ese sentido tan intuitivo, decía: hay un sacerdote que quiere entrar, que le dejen pasar. Y entró un señor de edad ya bastante avanzada, aunque no un anciano, con el pelo entrecano, encorvado… Va hasta la cama donde está la beata. Se arrodilla y dice que va a buscar su bendición. Y Mariana le pide la suya, porque Lope era sacerdote».

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Madre de los pobres y de los cautivos

A su juicio, «Mariana de Jesús no se guardó nada para sí. Todo lo dio: absolutamente todo. Hasta su propia comida. Cuando salía a pedir para los pobres, llegaba a casa casi sin nada. Su compañera, Catalina de Cristo, le preguntaba: ‘¿cómo es que traes tan poco?’ Y ella todavía decía: ‘¿qué tenemos en el puchero, Catalina? Porque esta gente viene sin comer’. Y Catalina de Cristo, cuando declara en su proceso de beatificación, dice llorando que un día la empujó, y que le pesaba mucho, pero es que ella tenía hambre, y la beata lo daba todo. Y a todos. Todo y a todos». Por eso, continúa, «la han llamado ‘madre de los pobres’. Y verdaderamente en esto imitaba a nuestra Madre: madre de los pobres, y de los cautivos».

Y, es que, tampoco los cautivos le eran ajenos. «Ella iba a recibirlos siempre a la antigua Puerta de Alcalá, donde el pueblo de Madrid la va a elevar en 1636, 12 años después de su muerte. Iba a esperarlos cuando llegaban liberados, para hacer el voto de acción de gracias. Y no solamente iba a recibir a los cautivos, que pasaban por una calle a la que dieron nombre - la calle Libertad - a un convento desaparecido anterior a los nuestros, sino que iba también periódicamente a la cárcel de Corte. Por eso, cuando empezamos a recoger las 14.000 firmas que mandamos a Roma, 1.000 eran de los presos, porque sabían que Mariana de Jesús los había visitado, ayudado y consolado durante su vida».

En este sentido, asegura que la beata «decía que en todas las personas que se le ponían delante, cuando las miraba, veía en ellos hijos de Dios. No hizo distinción: ella atendió lo mismo a la reina Mariana de Austria o a la reina Isabel de Borbón, de la que fue gran confidente, ya que acudía con gran frecuencia a visitarla con toda su problemática... como atendía a aquellas mujeres que estaban pidiendo en las escaleras de Santa Bárbara. Hay muchos madrileños de los cuales es madrina: algunos ilustres, como uno de los duques de Alba, y muchos otros menesterosos, pobrecillos, que ella atendía con gran amor. Y es que Mariana de Jesús para todos fue una gracia de Dios. Hay otro himno de ella que dice: ‘Fuiste gracia de Dios, regalo y merced’. En efecto: ella pasaba por Madrid a imitación de Jesús, llevando a todos el amor, el consuelo y el bien».

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Copatrona de la Villa y Corte

«Madrid -recuerda- la proclamó santa en el momento de su muerte, y cuando la elevan a la Puerta de Alcalá. Por eso, podemos decir que fue una santa por aclamación popular. Además, se reconoce su santidad en su beatificación, en 1783, que iba unida a la canonización, que no se llevó a cabo posiblemente por falta de medios. La beatificación de Mariana de Jesús se debe al pueblo de Madrid y al Ayuntamiento. El Ayuntamiento fue la gran ayuda, en realidad fue el gran artífice, porque los mercedarios, todo lo que recogían, lo empleaban en rescatar cautivos».

«Mariana de Jesús -apunta- es copatrona de la Villa y Corte. Así la proclama el Ayuntamiento. Acordaron que, si se reconocía su santidad, inmediatamente pasaría a ser patrona de la Villa y Corte. Y así fue. Es la segunda, ya que la primera es la Virgen de Atocha, nuestra Madre, que fue patrona de Madrid, de los reinos de España y de los reinos de ultramar». Y, dato curioso, «antes que a la beata Mariana de Jesús, se va a nombrar patrón a san Isidro, con el que está especialmente vinculada. Cuando Felipe III quiere que canonicen a san Isidro, porque decía que lo había curado, el embajador no se atreve a ir a Roma, porque en aquel momento la jerarquía no estaba dispuesta a canonizar a san Isidro. Mariana de Jesús, cuando se entera de la dificultad y de que el embajador no se atrevía, lo llama y le dice: ‘vaya su merced a Roma, que vendrá con el decreto de canonización firmado. Y su mujer - que era una enferma crónica - vendrá curada. Y yo quedo rezando’».

«Ellos eran los patrones de Madrid -indica-, san Isidro del campo, y Mariana de la urbe. Copatronazgo que muchos desconocen. Ya en el siglo pasado, con motivo del III centenario de la muerte de la beata, un periodista francés dijo que los madrileños hemos sido muy rácanos con Mariana de Jesús. En la actualidad hay una plaza con su nombre, que está casi siempre desierta. La recuerda en cambio la parroquia de la que es titular, que es de las primeras que se levantaron después de la guerra, y a la que la casa de las mercedarias de Don Juan de Alarcón regaló la escultura que tiene en su altar mayor. Fue un deseo muy especial del entonces arzobispo de Madrid, el patriarca Leopoldo Eijo y Garay, que la tenía una gran devoción». «Queremos que no se olvide ese copatronazgo -remarca-, pero sobre todo buscamos que se reconozca todo lo que ella hizo, para que nadie vuelva a olvidarla».

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Ejemplo de vida

Para esta religiosa Mercedaria, «Mariana de Jesús es un ejemplo de vida que queda de manifiesto en todo lo que ella trabajó por los demás. Una antigua alumna, ya fallecida, decía que fue la primera ONG de Madrid, porque anduvo y anduvo por las calles del Madrid de entonces, siempre; y, cuando ya no podía más, su confesor de aquel momento le dijo que siguiera pidiendo, y ella pedía montada en un borriquillo».

Además, «fue una mujer sumamente humilde y entregada, porque tenía un modelo: el Señor. Y se dio a los demás como Él se entregó: con esa generosidad y ese amor tan grande. Por eso los pobres son favorecidos en nombre de la beata, en lo que podemos, a través de la Asociación de Amigos de Mariana de Jesús para los pobres de Madrid».

Respecto a esta asociación por ella fundada, afirma que «no recibimos más ayudas que las que nos ofrecen las congregaciones de Madrid. Tenemos pocos medios materiales, pero gracias a Dios hasta ahora siempre hemos salido adelante. Es una obra sencilla y pequeña que un grupo de antiguas alumnas puso en marcha, conmigo, para ayudar a los pobres de la zona, que sobre todo son personas mayores, a las que no les llega lo que reciben para poder vivir. Y hacemos lo que podemos. Pedimos como ayuda, a los que quieran y puedan, un kilo de comida no perecedera, y tenemos repartos periódicos al mes: uno para las familias y otro para las personas individuales. Por eso son favorecidos: en recuerdo de ella, y para que la conozcan, para que se den cuenta de que en la solidaridad está ese amor de Dios».

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Devoción a la beata

El cuerpo incorrupto de la beata se venera en un arcón instalado en la capilla de la iglesia del monasterio de las Madres Mercedarias de Don Juan de Alarcón, que se abre todos los 17 de abril, en su festividad litúrgica, para la veneración popular. «Durante la guerra civil, el convento fue ocupado. Por eso, las madres Mercedarias la trasladaron al monasterio de la Encarnación. Y, al término de la contienda, fue llevada de regreso, siendo portada a hombros por los Caballeros de la Merced, por la Gran Vía».

«Los fieles le piden todo tipo de cosas -señala-. Cuando yo era muy joven, recibíamos en la comunidad cartas de padres que creían que no podían tener descendencia y, después de encomendarse a la beata, por su mediación, habían tenido un hijo». Aunque reconoce que acuden «enfermos crónicos, niños pequeños con deficiencias… Cada uno con sus problemas, con sus familias. Todos los días 17 de cada mes celebramos una Misa en su memoria, y encomendamos todas las peticiones que nos llegan, en especial pedimos por los niños enfermos». Y es que, «ella sintió una gran ternura por los niños, quizá porque tuvo muchos hermanos. Perdió a su madre a los 7 años, y a partir de entonces consideró a la Virgen como su madre, y se consagró a Ella. Dedicada a cuidar a sus hermanos, recibió muy poca formación, en el convento de los padres Mercedarios que entonces ocupaba la plaza de Tirso de Molina. Pero con los niños tenía una gran ternura. Los biógrafos cuentan que en su época había muchos pequeños que morían de difteria, y ella iba siempre que la llamaban, oraba a Dios, y cuando el niño se ponía bien ella se iba y decía que rezaran y dieran gracias a Dios».

«Toda la gente - advierte - la quería. También de las grandes casas. Y la ayudaron, para que ella a su vez pudiera ayudar a todos los necesitados. Por eso, los pobres, a los que tanto quiso y ayudó, son favorecidos en su nombre, en lo que podemos».

La devoción a la beata, que se hace patente en el día de su fiesta, «está hoy extendida gracias a la Orden mercedaria: por Norteamérica, por América Latina, por África y por Filipinas, donde procesiona cerca de Manila».

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Agradecimiento al cardenal Cobo

El próximo 14 de abril arranca el programa de actos organizado con motivo del IV centenario de su muerte. «Es un momento muy importante para recordar a la beata», señala la hermana María Ángeles Curros. «Y queremos que sea un aldabonazo para este Madrid que tanto necesita y tanto espera. Porque nuestra sociedad está falta de ansia de Dios. Los hombres del siglo XXI parece que nos hemos adormilado. Y necesitamos que ella nos despierte. Que, con su ejemplo, podamos acercarnos a Dios. Que seamos generosos y buenos. Comprensivos y de brazos abiertos para todas esas personas que llegan buscando una mejor vida, tranquila, sin persecución, donde puedan trabajar. Que seamos hermanos para todos ellos».

Por eso, invita «a todos los madrileños a que participen en todos los actos que van a celebrarse durante este año. Hemos trabajado con mucha ilusión cinco instituciones preparando las actividades. Empezando el día 14 con una gran alegría y un especial agradecimiento a nuestro arzobispo, el cardenal José Cobo, que nos ha hecho un regalo: va a celebrar la Eucaristía en la catedral de la Almudena en el inicio del IV centenario, que arranca el día 17 de abril, en su festividad litúrgica. No lo olvidaremos», indica emocionada.

Y anima a «que extiendan el conocimiento de esta mujer de la que los biógrafos dicen: ‘hay un amor especial de Madrid a Mariana y de Mariana a Madrid’. Por eso Madrid la eleva en la Puerta de Alcalá, por eso mueve su beatificación, por eso la nombra patrona de la Villa y Corte… ¡Mariana de Jesús: no nos olvides! Pidámosle tantas cosas de las que estamos necesitados, empezando por la paz, y por tantas y tantas necesidades. Mariana de Jesús siempre, siempre, ayudó a cuantos la necesitaban. Y creo que nosotros también la necesitamos».

En alusión a la relación de la beata con Lope de Vega, evoca «otro dicho que dice que la frase ‘De Madrid al cielo’ la crearon ambos, a dúo. Eso lo dicen varios biógrafos. Por eso hemos cogido como logo del IV centenario la ciudad de Madrid, y como lema De Madrid al cielo».

«Creo -concluye- que lo más importante no son los milagros, sino la vida. Y la de esta mujer fue tan especial, hizo tanta penitencia, que esa faceta de su espiritualidad tapó a todas las demás. Sin embargo, es la precursora de los jueves eucarísticos. No paró hasta que el Santísimo se expuso los jueves. Y fue difusora del rosario. Y llevó el hábito porque el general de la Orden de los Mercedarios se lo ordenó. Y ella, obediente, terminó poniéndoselo. Mariana de Jesús es un modelo: lo fue ayer y lo sigue siendo. Madrid tiene que seguir teniendo a la beata muy presente en su vida, porque ha hecho mucho por Madrid».

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