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Miércoles, 18 noviembre 2015 13:27

María Yela, delegada de Pastoral Penitencia: «Delante de un preso, veo un sagrario abierto, sangrando, viviendo»

María Yela, delegada de Pastoral Penitencia: «Delante de un preso, veo un sagrario abierto, sangrando, viviendo»

Este sábado, 21 de noviembre, el Seminario Conciliar de Madrid acoge la VI Jornada Social Diocesana, que se celebrará de 9:30 a 20:00 horas. Con el lema La Iglesia servidora de los pobres, el encuentro ha sido convocado por la Delegación de Apostolado Seglar, Cáritas, Migraciones, Pastoral del Trabajo, Pastoral Gitana, Penitenciaria, Turismo, Tráfico, Comisión de Justicia y Paz, Hermandades del Trabajo, HOAC y JOC.

Entre los participantes, estará presente la delegada de Pastoral Penitenciaria, María Yela. Junto a ella, Raúl Oreste, expresidiario, quien ofrecerá su testimonio a todos los asistentes.

A la luz del Año de la Misericordia

En la antesala del Año de la Misericordia, convocado por el papa Francisco, Yela asevera que esta Jornada Social adquiere un sentido especial para los internos, ya que «son personas que han hecho daño» pero ellos «también están muy heridos, han tenido heridas muy grandes que a saber cómo sería nuestra respuesta si hubiéramos tenido esas condiciones». Otros, continúa, «aunque no hayan tenido esas condiciones, también se dan cuenta que el haber hecho daño a las victimas es vivir con una carga, a veces muy dolorosa, y necesitan ser perdonados». Reconoce que, tal vez, no tienen acceso a esa víctima pero, en su interior, «sentir la misericordia del Padre y de la sociedad, cumplir la condena, poder hablar con las personas y tener responsabilidades futuras con hijos y no volver a hacer ese daño, es algo que les da un futuro, les reconforta y les da un sentido a su vida». Por ello, «la misericordia es la palabra que está flotando todo el día en la cárcel, en sus vidas y en su futuro, y para cerrar heridas del pasado».

Desde su experiencia, asegura que «el tema de las capellanías y el voluntariado de Pastoral Penitenciaria funciona muy bien»; es más, «cualquier Iglesia, no solo la nuestra, tiene derecho a estar dentro de las cárceles, aportar, acompañar... Y la nuestra, desde luego, hace muchísimo bien». Y los propios presos «son los primeros que lo dicen».

La Iglesia servidora de los pobres

Rodeada de historias donde la ternura y la compasión de Dios afloran de un modo asombroso, Yela declara que, de niña, «le preguntaba a mis padres si los que tenemos para comer, no somos iglesia, no somos los favoritos del Padre». Y ellos «me decían que ser pobre no es solo cuestión de dinero, es cuestión de apertura, de reconocerse pequeño, de necesitar al otro, de saber que entre todos nos enriquecemos». Yo creo que la Iglesia, reconoce, «tiene que abrir sus brazos –y, de hecho, lo hace– con el que más lo necesita, en esa actitud de decir: “Padre, aquí estoy, soy pequeñito, ayúdame, no puedo yo solo”». En la prisión «hay muchos pobres económicos, pero muchos pobres a otro nivel; en la prisión y en la calle».

El sábado, durante la Jornada, acompañará a Raúl Oreste, quien «contará la oportunidad que tuvo de encontrar al Padre y de convertirse». Por eso, manifiesta la delegada, «es importante la ocasión que nos brinda este interno de explicar su conversión, la oportunidad que tuvo entre rejas de parar su vida, de saber que era perdonado». Los delitos son diferentes, asegura, y algunos nunca se pueden recuperar: «piensan que les perdonan Dios y la comunidad, pero ellos no se lo van a perdonar nunca». Así te das cuenta de que «lo importante es que puedan vivir esa misericordia, que tengan esa experiencia del perdón de Dios y de todos nosotros».

«Jesús es cada uno de los internos»

Cuando muchos se preguntan si es posible encontrar a Jesús dentro de la cárcel, Yela asevera que «está presente en cada uno de los internos». Reconozco que «es ponerme delante de uno y veo un sagrario puro y duro, abierto, sangrando, viviendo...». Jesús está dentro, «como dentro de los hospitales, como dentro de todas las situaciones extremas». Y está muy vivo, ya que «se encuentra uno con Él continuamente, y sobre todo en los presos, que en la prisión son los protagonistas».

Preguntada sobre nuestra mirada y nuestro corazón ante los nuevos retos de la pobreza, afirma que «es normal que la gente», en un principio, «tengamos actitudes de recelo», pero «tenemos que superarlo y darnos cuenta que hay que llegar al hermano, al que lo necesita, porque todos somos pobres y necesitados y tenemos que apoyarnos en los demás». Y la cárcel, reconoce, «es uno de los lugares clarísimos donde la Iglesia está respondiendo y ha de seguir haciéndolo siempre».

Las palabras de Jesús,«cuando decía “Estuve en la cárcel y fuisteis a verme”, resumen la actitud que tenemos que tener: asomarnos a las cárceles, no solo de las rejas físicas», sino también de «las rejas mentales y psicológicas que tenemos todos, y visitarnos y abrirnos unos a otros». Valoremos y seamos capaces de «vencer ciertas actitudes de pereza porque es el verdadero camino para sentirnos vivos», concluye.

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