María Yela, delegada de Pastoral Penitenciaria, recordaba cómo, hace cinco años, el Papa Francisco recorría en soledad la Plaza de San Pedro durante la pandemia, dedicando el Vía Crucis a los internos, a sus víctimas, a los agentes judiciales y a todos los implicados en la realidad penitenciaria. «Él siempre ha mostrado una delicadeza especial por los internos», subraya.
Hace apenas un año, el Papa recibió durante dos horas y media a un grupo de internos y familiares de la prisión de Navalcarnero. «Compartimos con él un tiempo precioso: charlamos, reímos y lloramos de emoción», recuerda Yela. «Todos sentimos que teníamos un lugar en el corazón de Jesús».
El pasado domingo, añade, «Francisco nos dio su bendición, y a las pocas horas resucitó con Jesús». Su partida «nos conmovió profundamente, nos dejó un gran dolor», pero también «la certeza de que seguirá rezando por nosotros, como nosotros lo hacemos por él». «Gracias, Francisco», concluye emocionada.
?La diócesis de Madrid se despide del #PapaFrancisco: «Siempre va a estar en nuestro corazón guiándonos»
— Archidiócesis de Madrid (@archimadrid) April 24, 2025
➡️«El #Papa ha sido siempre un faro que nos ha hecho acercarnos a las personas más excluidas y el que nos ha ido guiando en este camino»https://t.co/JgpPoO2chR pic.twitter.com/6L2FD1edlp
«Este es un día precioso en el fondo porque es el día de la resurrección y nunca va a faltarnos Francisco, siempre va a estar en nuestro corazón guiándonos», contaba María Yela nada más salir de la Misa de acción de gracias por la vida del Papa en la catedral de la Almudena que se celebró el pasado lunes.
Visiblemente emocionada, cuenta que «he querido acompañar al pueblo de Madrid en nombre de los presos que no pueden venir pero están con el Papa». Lo conocían de cerca, pues varias veces visitaron con la delegada Casa Santa Marta. «Nos acogía en su casa, nos daba la merienda, nos contaba chistes y nos animaba a seguir con nuestra vocación por las personas presas», recuerda. Y subraya que Francisco «siempre tuvo con ellos un trato muy natural, muy simpático y a la vez muy profundo», les hacía sentir útiles y era a ellos a quienes les pedía: «¿Me ayudáis a levantarme?».