La crisis social y económica que estamos viviendo a causa de la pandemia provocada por el COVID-19 ha llevado a miles de familias a una situación de vulnerabilidad. A los casos habituales de personas que demandaban ayuda se suman los de aquellos que han perdido su trabajo y no pueden adquirir alimentos.
La parroquia Santa Micaela y San Enrique (San Germán, 23) distribuye cada día ayuda a más de 300 familias. Voluntarios de la Fundación Madrina, con sede en las dependencias parroquiales, se encargan de organizar las colas de espera, y de anotar los datos de quienes demandan auxilio. En el interior, preparan lotes de comida con productos frescos -huevos, carne, fruta, verdura...- y otros no perecederos que las familias se llevan en sus carros de la compra para poder susbsistir.
En estos tiempos tan excepcionales ha cambiado el perfil del demandante y también el de la solidaridad. Así, a las donaciones del Banco de Alimentos o del Fondo Europeo de Ayuda, se suman las de empresas como Mercamadrido o las de particulares que aportan su granito de arena para ayudar a los más desfavorecidos.