Ha comenzado en Roma una cita inédita en la historia de los Jubileos: el encuentro de más de 1.000 creadores de contenido católicos procedentes de 58 países, reunidos bajo una misma misión: anunciar a Jesucristo en el continente digital. Entre ellos, también hay representación del Arzobispado de Madrid, presente en este espacio global donde el Evangelio y los algoritmos se cruzan sin perder la esencia.
La jornada inaugural fue una mezcla de emoción, profundidad y gratitud. Lo que se percibía en el ambiente no era un simple evento de comunicación, sino una verdadera asamblea de enviados. Vocaciones distintas, plataformas diferentes, lenguas variadas… pero una misma certeza: el Señor sigue llamando. También desde la pantalla.
No basta con estar: hay que habitar
El primero en tomar la palabra fue el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Su intervención trazó el marco teológico del encuentro: “No podemos ser pasivos ni improvisados en este escenario. La evangelización digital no es solo publicar contenidos, es vivir una presencia auténtica, llena de humanidad y de Evangelio”.
Parolin insistió en que el momento actual no se limita a un “cambio tecnológico”, sino que estamos ante un cambio de época. Una transformación de vínculos, de lenguaje, de relaciones. Y en ese nuevo contexto, la misión es clara: no adaptar el Evangelio al entorno digital, sino dejar que el Evangelio transforme también el entorno digital.
“Evangelizar en este mundo no es un privilegio. Es una llamada. Una llamada que exige darlo todo”, afirmó.
La esperanza tiene nombre y rostro
A continuación, tomó la palabra Mons. Rino Fisichella, responsable del Jubileo. Lo dijo con contundencia: “La esperanza tiene un nombre y un rostro: Jesucristo”. Y recordó que el papel de los misioneros digitales no es convertirse en protagonistas, sino en testigos que saben desaparecer para que brille Otro.
En una cultura que idolatra al influencer, Fisichella citó a Pablo VI para marcar la diferencia: “El mundo necesita testigos, no estrellas. Y si sigue a algunos, es porque primero han sido testigos creíbles”.
Llamó a todos los presentes a ser personas que se encuentran con otras personas, con sus heridas, sus búsquedas y su sed de verdad. Porque en el fondo, incluso en el mundo digital, el Evangelio se transmite de corazón a corazón.
Un abrazo que llega hasta los confines de la red
El tono más pastoral y cercano lo puso Mons. Lucio Ruiz, secretario del Dicasterio para la Comunicación. Su intervención fue un verdadero envío misionero, lleno de ternura y de convicción. “Este es vuestro Jubileo, esta es vuestra casa. Sentid el abrazo de la Madre Iglesia. No estáis solos”, dijo al comenzar.
Agradeció uno por uno —con la mirada y con el corazón— la entrega de tantos creadores que, desde sus redes, sus blogs, sus podcasts o sus cámaras, le prestan a Cristo su rostro, su nombre y su vida.
“Gracias por decirle que sí al Señor. Gracias por no dejar que los límites os roben este momento. Sed los artífices de vuestro Jubileo”, animó. En un tono casi poético, invitó a imaginar este encuentro como la columnata de San Pedro, que abraza al mundo entero: una predicación silenciosa pero eficaz, una señal visible de que la Iglesia está viva también en lo digital.
Recordó que Dios es la fuente y el origen del envío, y que la Virgen María —a la que el Papa Francisco llama “la gran influencer de Dios”— es modelo de cómo vivir la misión desde la humildad, sabiendo que la grandeza no viene de los seguidores, sino del que actúa en nosotros.
Una página nueva en la historia de la Iglesia
“Hoy comienza una nueva página en la Iglesia”, dijo Mons. Ruiz al cerrar la sesión. Una página escrita por miles de dedos que teclean cada día con fe, con creatividad, con esperanza. Pero sobre todo, con amor. El Jubileo de los creadores de contenido ha comenzado. Y lo hace con la certeza de que, detrás de cada publicación con sentido, hay un corazón que ha sido tocado por el Evangelio y quiere compartirlo con el mundo entero.