Tras la vigilia del sábado en Tor Vergata y el envío final del Jubileo de los Jóvenes en Roma, los peregrinos de la archidiócesis de Madrid iniciaron su viaje de regreso. No lo hicieron de golpe, sino saboreando los últimos frutos del camino. El domingo por la mañana, hicieron parada en Génova para celebrar la Eucaristía junto a jóvenes de Alcalá de Henares, Burgos y la diócesis anfitriona.
El obispo local, Marco Tasca, franciscano conventual, les recibió con un cálido «bienvenidos a casa», que culminó en una frase que se llevó aplausos y sonrisas: «He aprendido una expresión en español: "Mi casa es tu casa". Estáis todos invitados a volver a Génova».
Durante la homilía, el prelado recordó dos pasajes que iluminaron el camino de vuelta. En primer lugar, evocó el libro de los Números: «El pueblo pedía cebollas y patatas, olvidando que Dios ya los había liberado». Un símil potente para invitar a los jóvenes a no quedarse en lo que falta, sino a recordar todo lo recibido. «Dios sueña con veros plenamente felices», dijo.
Después, mirando al Evangelio de Juan, habló del milagro del compartir: «No fue tanto una multiplicación, sino un acto de fe: alguien puso cinco panes y dos peces, y todos comieron». Y añadió: «Lo vivido en Roma no es para guardarlo, sino para ofrecerlo. La alegría cristiana se alimenta cuando se regala».
Antes de despedirse, el obispo recogió la palabra clave del Papa en la vigilia: «Quédate con nosotros, Señor». Una súplica que no nace del mérito ni de la perfección, sino del amor gratuito de Dios.
Tras la misa, Miriam Blanco, una de las organizadoras de la peregrinación (en la imagen inferior, junto a José Manuel Fernández, director del Secreatriado de Infancia y Juventud de la Delegación Episcopal de Jóvenes), se dirigió a los jóvenes: «Ojalá en Madrid se note todo esto que hemos vivido. Que al volver, llevemos esta luz a nuestras parroquias, familias y amigos». Dio gracias a los voluntarios, al equipo de liturgia, a los responsables de los grupos y, sobre todo, a Dios.
Esa noche, los jóvenes madrileños hicieron parada en Gerona, donde el pueblo entero se volcó con ellos, organizando una butifarrada como despedida.
Este martes, 5 de agosto, tras varios días de carretera, los peregrinos de esperanza volverán a Madrid. Con ellos, regresan también las historias, la alegría, el fuego compartido y la certeza de que la Iglesia camina joven, viva y en salida.