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Martes, 18 mayo 2021 13:46

Ministerio laical del catequista: «La clave es entender que ser catequista es una vocación»

Ministerio laical del catequista: «La clave es entender que ser catequista es una vocación»

El Papa Francisco, leyendo los signos de los tiempos y la «renovada conciencia de la evangelización», ha instituido el ministerio laical de catequista y esto ha supuesto «una noticia muy buena para la diócesis», que la ha acogido «con verdadero entusiasmo». Así lo expresa Manuel María Bru, delegado episcopal de Catequesis, que reconoce el «cuerpo de catequistas maravilloso» que existe en la diócesis de Madrid, unos 5.000, «con una entrega de hace años» y en quienes este anuncio del Papa «seguro que va a suscitar mucho interés».

«La clave es entender que ser catequista es una vocación», añade el delegado, y que, como dice el Papa Francisco, no es lo mismo «ser catequista que dar catequesis». Una vocación que en palabras de Bru «no tiene por qué descubrirse desde el primer momento», pero que, si se ve como tal, y este sería un buen momento de discernimiento, habrá más candidatos a ser instituidos ministros. «En cada diócesis se creará un cuerpo de catequistas instituidos», que lo habrán solicitado ellos mismos, «con muy buena formación y un compromiso estable», y que dependerán del obispo. Será, por tanto, un servicio a la diócesis para la evangelización por el que el catequista instituido ya no se limitará a ejercer en su parroquia, sino que estará a disposición de lo que el obispo requiera de él.

El anuncio del Papa Francisco va en la línea del impulso que el Concilio Vaticano II dio al laico como vanguardia de la evangelización para transformar el mundo estando en el mundo. Bru reconoce que el ministerio laical de catequista ha tenido detractores precisamente en este punto, por ser un ministerio ad intra (al servicio de las instituciones eclesiales). Pero el Papa «resuelve esto en el motu proprio» al expresar, tal y como entiende Bru, que efectivamente el ser catequista «no es un servicio en la vanguardia de la transformación del mundo, pero sí en la retaguardia: el catequista está formando a todos los cristianos para transformar el mundo. Lo propio del catequista es hacer cristianos». Un ministerio hacia afura, en definitiva. Y esto aleja el peligro del clericalismo del que advierte el Papa en el documento.

Otro riesgo que se corre, y ante el que alerta el delegado, es pensar que con este ministerio vaya a haber catequistas de primera y de segunda. «Catequistas son todos, lo que pasa es que habrá unos de los que, porque ellos se han ofrecido y así se les ha reconocido, y han tenido un proceso de formación, el obispo tiene una disponibilidad especial: estamos para donde haga falta».

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Tradición ya en la Iglesia primitiva

Este servicio del catequista no es algo nuevo en la Iglesia; ni siquiera los ministerios de laicos. Ya el propio nombre del documento pontificio del Papa Francisco, Antiquum ministerium, remite a ello, y recoge en sus primeros puntos una antigua tradición en la Iglesia de la que ya hay constancia en los Hechos de los Apóstoles. «En la Iglesia la palabra ministro es muy importante –indica el delegado de Catequisis–; es un servicio a la comunidad». Ya en las primeras comunidades cristianas «todos tenían algún tipo de ministerio», aunque ahora, lo habitual es que cuando se hable de ministerios se refiera a los ordenados, los que tienen que ver con el sacramento del Orden: obispo, presbítero, diácono.

En el siglo XXI, esto se traduce en que «los ministerios pueden no ser instituidos», como el voluntario de Cáritas o cualquier servicio que se haga en la parroquia. Sin embargo, añade el delegado, la Iglesia tiene una tradición de haber instituido desde muy antiguo dos ministerios laicales al servicio del altar: acólito y lector. Desde el Concilio de Trento hasta el Concilio Vaticano II «estaban vinculados a la formación de los seminaristas, y por tanto eran ministerios laicales entre comillas».

Al igual que estos ministerios son ahora «laicales 100 por 100», desde el Concilio Vaticano II «existía un clamor» de la mayoría de los catequistas y catequetas por este ministerio laical de catequista, al que se han unido en los últimos años las Iglesias en tierra de misión. «En los dos sínodos de África, y también en el último de la Amazonia, se pidió expresamente, porque allí los catequistas son los responsables de las comunidades en muchos sitios». Los sacerdotes celebran los sacramentos pero el catequista hace las veces de párroco, expone el delegado. «Lo que ha hecho el Papa Francisco ha sido decir: “Pues sí, ya es la hora”».

Ahora será la Congregación para el Culto Divino quien redacte y establezca el rito de institución, y las conferencias episcopales establecerán «las condiciones, el itinerario, los objetivos,dentro de cada país, el estilo del ministerio de catequista y sus características».

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Clausura Curso de Catequistas

Precisamente sobre este documento del Papa habló el obispo auxiliar de Madrid, monseñor José Cobo, en la clausura el V Curso Anual de Catequética 2020-2021, en un acto que se desarrolló online este lunes, 17 de mayo. Animó a todos a leer el motu proprio partiendo de «la centralidad de la comunidad cristiana y de la construcción de la fraternidad como la gran aportación de la Iglesia». Porque «la catequesis se sitúa en el centro de toda la Iglesia» y entre todos «impulsamos y sostenemos» la comunidad cristiana. Igualmente, habrá que leerlo partiendo de la iniciación cristiana como proceso, en el que «el catequista es maestro en reconocer a Cristo». «Necesitamos camino nuevos y vuestra creatividad», y esto «lo hacemos entre todos». Y otro eje «que nos lanza» el Papa es «la misión de la Iglesia», y la figura del catequista se sitúa aquí como una persona llamada, a la que el Espíritu «ha puesto el don» de la catequesis para la evangelización.

Esta carta del Papa «nos hace estar de enhorabuena por un reconocimiento», continuó el prelado, y con él se «nos pide ejercicio de discernimiento» para ponerse al servicio de toda la Iglesia. «Ser un ministro» implicará estar «incorporados a un servicio» que es único, es algo que «se hace oficial entre comillas, que se realiza en nombre de la Iglesia», y que tiene un carácter propio y específico, es decir, «no es lo mismo ser agente de pastoral que ser catequista». Y además, se hace con una peculiaridad: este catequista «se vincula directamente al obispo».

Sobre las circunstancias especiales de pandemia en las que se ha vivido este año la catequesis, el obispo auxiliar afirmó que «se entra en un tiempo» para «discernir qué es lo que Dios está pidiendo a la catequesis en este momento y qué podemos aportar». Invitó así a «hacer una lectura creyente de todo lo que ha sucedido». Los catequistas, indicó, no se pueden «saltar esa experiencia de fragilidad, de sufrimiento y de muerte que ha tenido nuestra gente», y por eso «el gran reto es escuchar a nuestra gente», alcanzando, como hizo Felipe con el eunuco, su carroza, poniéndose a su ritmo. «La urgencia de la catequesis es entrar en la vida del otro», recordó.

La sesión incluyó con el reconocimiento y la entrega simbólica de los diplomas a los más de 300 catequistas que han participado en el curso.

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