El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha visitado este miércoles el Colegio Internacional John Henry Newman, un centro educativo que comenzó su andadura en 2005. El prelado ha mantenido un encuentro, en primer lugar, con los alumnos de Primaria. Tras recibirle con el himno de la Almudena y el rezo del ángelus, los más pequeños no han querido perderse la oportunidad de trasladarle sus inquietudes y curiosidades. Le han preguntado por su día a día, por qué decidió ser obispo, cuál es la razón por la que se hizo cristiano y dónde nació su vocación sacerdotal. En un ambiente festivo y, sobre todo, fraternal, ha contado su trayectoria y ha contestado a sus preguntas, afirmando que «ser cristiano es una gracia de Dios que uno no elige» y les ha animado a dar «gracias al Señor por la vida que nos ha dado» y a «mirar a María», porque «tenemos una Madre que quita muros, que no nos separa». Y, por eso, ha señalado, «cuando miro a la Virgen, cada vez que voy, hago un compromiso con Ella y le digo: “haz que yo sea un hombre que no separe, que cree puentes, que una a todos”».
«Anunciad la Buena Noticia»
Después, el arzobispo, junto a los responsables del centro, ha recorrido las instalaciones para encontrarse con los alumnos de Bachiller, quienes le esperaban pacientemente para plantearle sus dudas, desasosiegos e interrogantes. Le han preguntado sobre la necesidad de vivir con alegría, si es necesario conocer a Dios para ser feliz, por la vida después de la muerte y por las relaciones con aquellos que niegan la existencia de Dios. Monseñor Osoro les ha contado cómo Jesús se apareció a los primeros discípulos, «cuando estaban asustados», y «nos dice el Evangelio que se llenaron de alegría: antes tenían las puertas cerradas, y las abrieron». Y, además, «las últimas palabras de Jesús antes de subir al cielo fueron: "Anunciad la Buena Noticia, la alegría que mostráis, dadla"».
Así, les animó a creer por encima de las circunstancias, porque «el que se encuentra con Jesús, no da miserias ni retales, acerca a una persona que ocupa su vida»; y «esa persona se hace atrayente para los demás». Por tanto, como los primeros discípulos, «estad alegres porque, con la felicidad, encontraréis la libertad, la bondad, la entrega y el servicio».
Estropeados nos quiere el Señor
El arzobispo, antes de despedirse de ellos, les ha alentado a «vivir al lado de Él» porque, además, «tenemos la dicha de saber que tenemos otra vida». Por tanto, «debemos vivir esta experiencia en este colegio católico, en la calle, todos los días, en todos los ambientes y a todas las culturas». Hay que ser testigos y no abandonar a la gente, «sino acompañarla siempre» porque «todo ser humano tiene el molde de Dios». A veces no acertamos a dar en la tecla, ha indicado, «pero no podemos dejar de intentarlo siendo sal y luz». Finalmente, y ante unos jóvenes participativos y expectantes, les ha alentado a acompañar a todos, «aunque digan que no creen» porque «todos vivimos de la fe». A veces, incluso, «estamos estropeados», pero «estropeados nos quiere el Señor».