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Lunes, 27 febrero 2023 12:35

Noche de los Testigos: «Su sangre es semilla de conversión para los malvados»

Noche de los Testigos: «Su sangre es semilla de conversión para los malvados»

Una cruz profanada de una iglesia de la llanura de Nínive (Irak) y un icono de la Anunciación que sufrió disparos de radicales islámicos en la ciudad de Homs (Siria), presidieron la séptima edición de la Noche de los Testigos, celebrada el pasado viernes, 24 de febrero, en la catedral de Santa María la Real de la Almudena y organizada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

Junto a estos dos objetos, signo de la esperanza de los cristianos perseguidos, se situaron en el presbiterio retratos de cristianos perseguidos y mártires de 2022. Muy presentes estuvieron los cristianos de Nicaragua, de China —donde diez sacerdotes continúan en paradero desconocido desde enero de 2022—, de Nigeria, de Mozambique...

Noche de los testigos preces

En la monición de entrada, Javier Menéndez Ros, director de ACN España, afirmó que el encuentro en la catedral era «para escuchar a Dios, que siempre habla, y para hablar a Dios, que siempre escucha». Y así habló Freddy Hannah, el primero de los testimonios de la noche, natural de Alepo (Siria) de 35 años. Laico del rito sirio-católico, este doctor en Fisioterapia tuvo que huir en 2012 de su país tras dos años de guerra. De Siria, que precisamente es un país bíblico, donde san Pablo tuvo su conversión, donde a día de hoy aún hay lugares en los que se habla el arameo, idioma de Jesús.

Allí, «los cristianos somos minoría», pero se relacionaban con normalidad con los musulmanes, explicó, «no éramos enemigos; éramos amigos». Tanto, que el Domingo de Ramos —día no festivo en Siria—, él tenía libre «sin problemas». «Pero de pronto llega la guerra y todo cambia», y se desata la persecución yihadista contra los cristianos. Se empezaron a difundir imágenes de «hombres crucificados» para «sembrar el terror desde Raqqa». «Podía haber sido yo», reflexionó entonces Hanna. Huido a Valencia, este católico quiso el viernes dar las gracias a entidades como ACN por su ayuda a personas como él.

El peligro de ser cristiano en Burkina Faso

La situación de persecución en Burkina Faso fue descrita por el padre Wenceslao Belem, sacerdote natural de este país en el que el 40 % de su territorio está tomado por el terrorismo yihadista. Desde 2015, los cristianos no son libres para la práctica de su fe. Más de 2.000 escuelas han sido cerradas, contó, y «atacan a iglesias católicas matando o secuestrando cristianos, sobre todo sacerdotes, catequistas y otros laicos más comprometidos». La Policía les protege en las celebraciones de las Eucaristías, «e ir a los pueblos a atender a la gente pastoralmente es ya muy peligroso». Por eso, se confiesan antes de desplazarse, «por si acaso no volviéramos».

«La fe en Cristo nos sostiene en medio del dolor», añadió el sacerdote. Como esa madre, contó, que vio a los terroristas asesinar a sus propios hijos. «Estaba traumatizada pero se mantenía únicamente por la fe» y «cuando piensa que sus hijos murieron por Dios se siente consolada». En medio de este panorama, «somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó».

Noche de los testigos adoracion

Belem fue alumno de Liturgia en el seminario del padre Jacques Yaro Zerbo, sacerdote fallecido a manos de hombres armados el pasado 2 de enero. «En un país en el que los terroristas quieren convertir a los cristianos al islam radical a través de la violencia y del miedo», la pastoral del padre «producía el efecto contrario», afirmó el padre Wenceslao. Por su ejemplo, «muchos jóvenes se convertían voluntariamente del Islam al catolicismo».

«Con toda su confianza puesta en Cristo —continuó el padre Wenceslao—, era una persona de oración y tenía mucho ánimo». Su muerte es ejemplo de esa «gran esperanza de que la sangre de los testigos es semilla de conversión para los malvados». «El padre Jaques dio su vida por mantenerse fiel en el seguimiento de Cristo», resumió el sacerdote.

La alegría del anuncio del Evangelio

El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, que presidió la ceremonia, animó en su meditación a contemplar a Jesucristo, sin avergonzarse de Él. Las «circunstancias singulares» que vive el mundo actual «nos hacen ver la necesidad de la presencia de la Iglesia en todos los lugares de la tierra, la presencia de los amigos de Jesucristo». Y así, «la dicha nuestra está en seguir regalando el amor a todos los hombres». En este remitió a su carta pastoral del curso, A la misión: retornar a la alegría del Evangelio.

Ante los numerosos fieles congregados, el arzobispo quiso dar gracias a Dios por ACN, «que se hace presente allí donde los cristianos tienen necesidad de que alguien les acompañe» y «que retorne a ellos la alegría de la misión». Una alegría que es la de «sabernos discípulos de Jesús, hombres y mujeres que queremos regalar el amor del Señor a este mundo». Y recogió el deseo de ayudar a aquellos que «en medio de las dificultades dan testimonio de Jesús». «Ellos y nosotros somos una misma Iglesia», concluyó el cardenal Osor.

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