«Con el pensamiento y sobre todo con el corazón puesto en los afectados por la DANA y muy especialmente por los fallecidos y sus familiares», payos y gitanos de Madrid se han reunido, en la tarde de ayer, miércoles 6 de noviembre, en la parroquia de San Francisco de Paula «para celebrar la Eucaristía en memoria de la Beata Emilia, la Canastera, primera mártir gitana que murió por odio a la fe durante la guerra civil en Almería», ha recordado Luis Guevara, codirector de Pastoral Gitana de Madrid.
Estuvieron presentes los miembros nacionales de Pastoral Gitana, así como el Delegado de Pastoral Gitana de la archidiócesis de Madrid, Padre Saturnino, miembro de la Sociedad de Misiones Africanas y párroco en dicha parroquia quien presidió la celebración acompañado de varios sacerdotes del Arciprestazgo de San Diego. En su homilía recordó el valor fundamental que tiene que aportar la beata Emilia en nuestra Iglesia de hoy, «la fidelidad que nace del encuentro con el Señor».

La celebración se desarrolló en un clima fraternal y de comunión, poniendo en valor el apego a Dios, a través de la fe, la honestidad y por medio de la oración, que nos dejó como testimonio esta joven gitana, Emilia, que falleció por no querer delatar a aquellas catequistas que en la misma prisión, le enseñaron a rezar. Una oportunidad de celebrar con el pueblo, gitano católico y no católico, esta figura que nos exige un mayor entendimiento y unión con el pueblo gitano, aprendiendo de ellos los valores evangélicos de su cultura.
Durante la celebración también tuvimos oportunidad de escuchar como acción de gracias la carta dirigida por José Emiliano Rodríguez, director del Departamento de Pastoral con los Gitanos de la Conferencia Episcopal. Y en la que ha recordaba que «Emilia descubrió la verdadera vida, la que Jesucristo anunciaba, el que crea en mí tendrá Vida Eterna». En este sentido, afirmó que estaba claro «se enamoró de Dios», ese quizás fue «su gran descubrimiento, rezaba a Dios de forma enamorada».
Al terminar la misa, los asistentes compartieron una merienda y charlaron en torno a la figura que les había convocado, la beata Emilia, la Canastera, gitana y mártir.
