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Jueves, 03 febrero 2022 11:38

El cardenal Osoro ordena diáconos a ocho jesuitas este sábado en San Francisco Javier y San Luis Gonzaga

El cardenal Osoro ordena diáconos a ocho jesuitas este sábado en San Francisco Javier y San Luis Gonzaga

La parroquia de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga (Mártires de la Ventilla, 34) acogerá este sábado, 5 de febrero, a las 18:00 horas, la solemne ceremonia de ordenación diaconal de ocho jesuitas. Presidida por el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, se realizará con un aforo reducido y respetando las normas establecidas por las autoridades sanitarias para esta situación de pandemia.

Los nuevos diáconos son Leonargo Angius, José Castillo, Savio Fernández, Paulus Hastra Kurdani, Antranik Kurukian, Cristiano Laino, Michael N Manalastas y Joan Morera. José y Joan pertenecen a la provincia de España, y el resto de compañeros son de distintas provincias del mundo y están realizando sus estudios de Teología en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid.

El diaconado es el primer grado del sacramento del orden sacerdotal. Diácono quiere decir servidor. Asiste al obispo y a los sacerdotes y puede bautizar, presidir en la celebración del matrimonio, celebrar exequias, leer el evangelio y predicar en la Misa, distribuir la comunión y dar la bendición con el Santísimo Sacramento.

El rito esencial de este sacramento es la imposición de manos del obispo sobre la cabeza del ordenando. Este signo indica la transmisión de un oficio, la comunicación de la fuerza y el don del Espíritu Santo para desempeñarlo debidamente. A los recién ordenados se les impone la estola, al modo diaconal, y la dalmática. Son entregadas por los padrinos de cada diácono. Además, el obispo les entrega el libro de los Evangelios, del cual han sido constituidos mensajeros y les da un abrazo de paz como bienvenida al orden de los diáconos.

Agradecimiento

A la mayoría de esos ocho jesuitas les une que nacieron en la década de los 80, aunque hayan llegado a la Compañía desde contextos y países diferentes como Líbano, EE.UU., Italia, India, Indonesia o España y desde profesiones tan variadas como la de economista, profesor, ingeniero o programador de videojuegos. Ante la proximidad de su ordenación diaconal, todos coinciden en contemplar este momento cargados de agradecimiento.

Joan Morera Perich (Tordera, Barcelona, 1983) se formó durante años como informático para especializarse en programación de videojuegos, pero, como él mismo explica: «Aunque me apasionaba, seguía insatisfecho, e iba descubriendo una vocación a consagrar mi vida a Dios de un modo más entero, reforzada por el testimonio creyente de sacerdotes diocesanos y de misioneros». Por ello, entró en el seminario diocesano de Girona en 2004, sin conocer más carismas y cada vez con más deseos de entregar su vida a África, hasta que a través de acompañamiento y de llamar a varias puertas, «una paz interior me confirmó otro “apellido” y en septiembre de 2009 entró en el noviciado de la Compañía de Jesús». Se muestra entusiasmado ante su próxima ordenación, que contempla como oportunidad: «Poder ser ordenado al servicio de esta reconciliación integral del mundo: con Dios (desde los Ejercicios Espirituales), con los demás (desde la no violencia y el trabajo por la justicia de los más pobres), y con la creación (la ecología). Confío en que Dios sea siempre el motor de cada historia».

«Cuando era joven, la última cosa que jamás pensaba era que iba a ser profesor, y menos aún un cura; profesor porque nunca me gustaba la escuela, y cura porque nunca me gustaba ir a Misa». Así se expresa el jesuita estadounidense (Los Ángeles, California, 1978) Michael Manalastas, que llegó a trabajar para multinacionales como PriceWaterhouseCoopers y American Express. Cuando años más tarde daba clases de religión en el colegio jesuita Bellarmine, como parte de su formación, descubrió que le encantaba. «Creo que el apostolado con los jóvenes es una obra muy importante porque se da la oportunidad de ayudarles en el principio de una etapa muy significativa para ellos donde están intentando encontrarse a sí mismos. Y ahí, en medio de todo el ruido de lo que dice la sociedad que es necesario para ser feliz, se puede introducir la importancia de Jesús y su mensaje».

José Castillo (Granada, 1983) era profesor de Primaria cuando ingresó en la Compañía de Jesús en 2012. En su vida siempre le habían movido los temas sociales, el ayudar a los demás. De hecho, comenta: «Fue en un barrio pobre, conviviendo con la gente que sufre, donde empecé a encontrarme con Dios y con Jesús. Las Hermanas del Santo Ángel me acompañaron en ese proceso que para mí fue como cuando los dos apóstoles del evangelio de Emaús van por el camino quejándose y de pronto aparece Jesús y les dice… no os estáis dando cuenta de que las cosas no son como vosotros queréis que sean, de que la Iglesia no tiene que ser como vosotros queréis que sea, de que Jesús no es el que vosotros queréis que sea, sino que es el que es».

Para el italiano Leonardo Angius (Venecia, 1985), el diaconado significa un regalo: «Es un regalo de una mayor intimidad con Jesús, al que no he podido más que decir simplemente ‘¡Sí, gracias!’». Ante la inminente ordenación dice sentirse «llevado por una caravana que estará presente o no físicamente en la Iglesia el 5 de febrero y compuesta por jesuitas y amigos más o menos creyentes que son las palabras con las que el Señor va escribiendo mi historia».

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