«Estoy segura de que va a ser un diácono maravilloso». Qué diferente la jubilación que se habían planteado Sonia y Alberto Sandoval a la realidad que se les presentará a partir de este sábado, 14 de junio, cuando él sea ordenado diácono permanente de la diócesis de Madrid. Pero cuánta alegría serena, paz y confianza respira este matrimonio. «La jubilación iba a ser un perpetuo homenaje a mí», sentencia Alberto. «Tenía los cálculos precisos —y Sonia ríe— de cómo la iba a dedicar». Y «la parroquia entraba lo justito» en estos planes. Ya estaban sus hijos criados — Almudena, 32 años; Cristina, 35 años; Luis Alberto, 38 años; más dos nietos— su casa en El Boalo y energías para continuar, alejado de una vida laboral muy activa, dedicada la construcción, que le había quitado mucho tiempo. «Pero se cruzó el Señor, y de la forma más sencilla», cuenta Alberto.
Fue la Nochebuena de 2019, justo antes de la pandemia. Después de la Misa, estaba toda la familia con el párroco en la sacristía y este «me preguntó con sencillez “¿y a ti no te gustaría ser diácono?”». Alberto jamás había oído hablar de esto, «no tenía ni la más remota idea», pero tuvo una reacción instantánea: «¡Sí!». Sonia, vuelve a sonreírse cuando lo cuenta, pensó «no sabe lo que dice». «Porque yo sí sabía lo que era un diácono permanente». Pero Alberto sintió en ese mismo momento «calor en el corazón, alegría y gozo; me habían ofrecido servir a Dios en algo y trabajar para la Iglesia».
Hay en el matrimonio una solidez hecha de certezas acerca de la vocación, sobre todo por parte de Sonia porque Alberto ha tenido más dudas.
—Ella me empujó.
—Yo, ninguna duda. Estoy segura de que va a ser un diácono maravilloso. Hay cosas que íbamos a hacer que se van aplazando, pero es que él no tiene tiempo y eso hay que entenderlo. Él ha decido entregar su vida a Dios, y yo tengo que entregarle a él.
Años de formación
A partir de esa Nochebuena, «todo cambió en mi vida». Las aficiones de Alberto, «yo era ratón de biblioteca», quedaron atrás y por primera vez en la vida «tenía ganas de que empezara el curso». Ciencias Religiosas en San Dámaso. Fue duro. «Yo, con 62 años, ingeniero técnico, estudiar Filosofía…». Llegaba a casa tardísimo, cerca de la medianoche. «Sonia, he prestado mucha atención en clase pero solo me he enterado del “buenas tardes”». Y entonces Sonia le pedía los apuntes, se sentaba delante del ordenador, buscaba en Google, rehacía la clase en la noche y a la mañana siguiente le explicaba a Alberto. «Así, todo el curso; gracias a eso no abandoné», le reconoce a Sonia su esfuerzo.
«Evidentemente, el Señor me ha ayudado», cuenta Alberto. «Has estudiado como una fiera», completa Sonia, y así se ha podido sacar cada curso por año, aunque ya en el Propedéutico le permitieron avanzar con dos asignaturas.
Este último curso ha sido el de pastoral, en el que comparten con diáconos ya ordenados sus diferentes servicios. Muy impactante fue para Alberto la visita al Cementerio Municipal Sur-Carabanchel, con el diácono Orlando Ojeda que es quien oficia las exequias, y al hospital psiquiátrico Doctor Rodríguez Lafora, público de la Comunidad de Madrid, donde Gerardo Dueñas es el capellán. «Me impresionó la paciencia y la ternura del diácono con estas personas». Además, Alberto ha estado mucho más involucrado en su parroquia, San Sebastián Mártir de El Boalo (imagen superior), una localidad en la que «hay poca vida espiritual» —comparten párroco con Manzanares y «va con el tiempo justo»— y por eso, apunta Sonia, es tan necesaria la figura del diácono.
«Si confías en Dios, Él actúa»
De cara al sábado, día de su ordenación, Sonia está con «ilusión y nervios», y Alberto, con «agobio». Unas obras en casa de envergadura, que está realizando él mismo, le tienen atareado. Pero piensa en la celebración y se le ilumina la cara. Aparte del momento de la imposición de las manos, «el momento cumbre», hay otro que le parece bonito, que es la presentación de los candidatos. Dice la liturgia que «según el parecer de quienes los presentan, después de consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que han sido considerados dignos». Es «un diálogo muy bonito y profundo en el que hablan de nosotros», observa Alberto.
Nos despedimos de Sonia y Alberto a poco de comenzar la Misa de san Efrén, patrono de los diáconos permanentes de Madrid, este lunes 9 de junio. Alberto da un consejo: «Animo a todo hombre y mujer, a cualquier católico, que si quiere profundizar en la fe vaya a San Dámaso; hay un ambiente maravilloso y estudias con auténticos especialistas» que, se sorprende, van traduciendo directamente del latín, el griego y el arameo en sus clases. Y «por medio de esta profundización en la fe, se va a hacer una certeza en el espíritu que, sin duda alguna, le va a acercar a Dios».
Sonia, por su parte, juega un papel esencial en la vocación de su marido. Como todas las esposas de los diáconos permanentes, ha de firmar la autorización para la ordenación. Lo hará este jueves, 12 de junio, junto a las esposas de los otros dos hombres que se van a ordenar, Miguel Ángel Rodríguez y Roberto Gómez (los tres, en la imagen inferior, junto al obispo auxiliar de Madrid José Antonio Álvarez). Ella también da un consejo a aquellas mujeres cuyos maridos estén planteándose la vocación: «Que confíen en Dios, porque Alberto ha estado muy ocupado, pero nunca hemos tenido menos tiempo para estar juntos, y nunca hemos estado tan unidos; si confías en Dios, Él actúa».
Los tres candidatos serán ordenados el sábado 14 de junio a las 12:00 horas en la catedral de la Almudena, en una ceremonia presidad por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.