El Año Jubilar que el fallecido Papa Francisco convocó para este 2025 bajo el signo de la esperanza llega a su ecuador y en Roma se suceden los encuentros jubilares. Superado ya el tiempo de sede vacante, los jubileos retoman su organización original, presididos por el Papa León XIV, lo que supone una alegría añadida para los peregrinos que acuden a la Ciudad Eterna a unirse a la Iglesia universal y ganar la indulgencia. Así le ha sucedido a Susana Arregui, directora del Secretariado de Apostolado Seglar de la diócesis de Madrid, que ha acudido al Jubileo del Deporte, el 14 y 15 de junio.
«Una persona del obispado me dijo hace tiempo que merecía la pena que fuera a Roma y viviera allí el Jubileo, y como el fin de semana anterior, el de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades no podía ir porque tenía que estar en Madrid organizando el de Madrid, elegimos mi marido y yo el fin de semana siguiente». Lo hicieron así, sin saber muy bien qué «jubileo específico se iba a celebrar».
A pesar de «no ser especialmente deportistas», la experiencia ya desde el principio ha sido única. Llegaron el mismo sábado 14 de junio a Roma y fueron directamente a San Pedro. «Ya solamente acercarte a ese lugar te emociona; entramos por la parte central de la plaza, con nuestra credencial de peregrinos, junto a todo el mundo que claramente eran deportistas: jugadores de baloncesto altísimos, también paralímpicos, algunos con su equipación de futbolistas…». «Nos sentíamos felices, porque íbamos con todos ellos a ganar el jubileo».
Tras entrar en la basílica por la puerta santa «pudimos confesar, rezar y asistir a la Eucaristía y comulgar, y así ganábamos las gracias del Jubileo».
Experiencia de unidad
Ya el domingo, la Misa jubilar «fue muy emocionante; el Papa habló de la belleza del deporte, que nos recordaba nuestra propia fragilidad, y lo que significa para la unidad de los pueblos». Y al final, recorrió con el papamóvil la explanada y «sabías perfectamente por dónde iba» por las aclamaciones de la gente. «Justo pasó casi por donde estábamos nosotros, y yo me emocioné: no puedo evitar pensar que esa persona es la cabeza de la Iglesia, que continúa la misión de san Pedro, y fue para mí una gran alegría». «Me iba feliz».
Susana y su esposo acaban de llegar de Roma porque aprovecharon unos días más allí. De hecho, pudieron estar en la audiencia con el Papa del miércoles, «donde nos explicó el Evangelio del paralítico que no puede entrar en la piscina y Jesús le pregunta: “¿Tú te quieres curar?”. Fueron unas palabras preciosas».
Con esta experiencia, la directora del Apostolado Seglar aconseja «a todos que vivamos este jubileo», el que pueda en Roma y si no, «que lo vivamos donde estemos». «Porque tener un jubileo de la esperanza en el momento en que estamos viviendo de tanta desesperanza es un regalo del cielo; llenémonos de esperanza para regalársela a los demás», anima.
Y concluye poniendo en valor el poder vivir un jubileo «en comunión, en comunidad, juntos, como yo he vivido este fin de semana en Roma, con muchos peregrinos de todos los países, de todas las lenguas, laicos con sus pastores, con sus sacerdotes, todos llenos de alegría y entusiasmo… Es una experiencia muy rica que no nos debemos perder».