La parroquia de San Juan de la Cruz acogió un nuevo jueves la cuarta sesión del X Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, organizado por varias delegaciones episcopales de la Archidiócesis de Madrid. La ponencia, titulada «Trabajar pastoralmente en equipo desde la sensibilidad de la comunión eclesial», fue impartida por Charo González Martín, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Comisión Diocesana por la Comunión Eclesial.
González Martín inició su intervención recordando que trabajar pastoralmente significa comprender el horizonte y disponerse a caminar hacia él cada día. Desde su experiencia como pedagoga, señaló que la pastoral es, en su raíz, «una pedagogía del amor, de la vida, que busca acompañar los procesos personales y comunitarios».
Inspirándose en Beethoven, estableció un paralelismo entre la vida pastoral y tres grandes composiciones del autor: la Heroica, la Pastoral y la Novena. Para ella, la pastoral posee algo de heroico —especialmente cuando se experimenta la fragilidad o la decepción—, requiere momentos de disfrute y contemplación, y aspira finalmente a la alegría compartida, esa “coral” que resuena en la Novena sinfonía.
«No hay un proceso pastoral maduro si no supera procesos de decepción», afirmó, subrayando que la clave está en no quedar atrapados por ella, sino atravesarla para recuperar el horizonte.
Trabajar en equipo: escucha, equilibrio y verdad
La ponente insistió en que la Iglesia tiene aún un largo camino por recorrer en el trabajo pastoral en equipo. «Hemos trabajado muy poco en equipo —señaló—. Y hacerlo exige escuchar de verdad, cuidar un delicado equilibrio entre la voz, la escucha y la verdad que se revela en la comunidad».
González Martín destacó la necesidad de habilitar espacios concretos para que todos puedan participar: canales operativos, tiempos adecuados, transparencia y claridad en los procesos. «No hay mayor desesperación que generar esperanza y que luego se convierta en impotencia», advirtió. Para ella, el trabajo pastoral compartido requiere autoconciencia, humildad y valentía para expresar la verdad, especialmente en contextos donde puede haber silencios dañinos, dinámicas de control o voces sistemáticamente relegadas.
La sensibilidad de la comunión: apertura, posibilidad y humildad
Al comentar el título de su ponencia, subrayó la importancia de la palabra “sensibilidad”: una actitud que está “al principio, al final y en todo el camino”. Para explicarlo, acudió al filósofo Emmanuel Lévinas y a la distinción entre totalidad e infinito.
«La tentación de creer que lo sabemos o controlamos todo es un riesgo enorme. La vida espiritual es más del infinito que de la totalidad. Dios siempre es más grande que lo que podemos comprender». Esta apertura, dijo, conduce a una actitud de humildad y a reconocer que la misión es común, nunca propiedad de uno mismo o de un grupo.
Problemas y misterios: no confundirlos
González Martín introdujo también una distinción fundamental para el discernimiento comunitario: problemas y misterios no pueden abordarse de la misma manera.
Los problemas requieren soluciones concretas; los misterios, en cambio, no están en nuestras manos y no pueden convertirse en objeto de control. «Cuando tratamos los misterios como problemas —o viceversa— nos equivocamos y nos desviamos del camino», señaló.
Un giro en la responsabilidad y una comunidad que escucha
Para la profesora, la Iglesia está llamada hoy a un “giro en la responsabilidad”: hacerla compartida, creativa, crítica, inclusiva y coherente. Las decisiones nunca deben tomarse en soledad ni desde coaliciones previas que condicionen el discernimiento. Animó así a las comunidades parroquiales a mantenerse siempre abiertas a otros carismas, sin encerrarse en el propio: «Ojalá nuestras comunidades vivan esa coral de la que nos habla la Novena de Beethoven».
González Martín concluyó recordando que Beethoven, pese a no llevar una vida especialmente virtuosa, cuidó el don que había recibido para ponerlo al servicio de la humanidad. «También nosotros podemos cuidar aquello que se nos ha dado y ofrecer una posibilidad de humanidad más abierta, más coral, más alegre», afirmó.
