Tiene 21 años, estudia Ingeniería Industrial y este agosto será uno de los 25 misioneros que irán a la India, en concreto a Calcuta, con la parroquia San Miguel de Las Rozas. Víctor reconoce que tampoco se lo pensó demasiado cuando empezó a oír hablar de la misión en la parroquia, allá por octubre del año pasado. «Al principio no me veía mucho, me impresionaba», pero el día del Domund escucharon testimonios de misioneros «y sentí que Dios me lo pedía». Así que hizo un acto de confianza, «Él me dará las fuerzas», y se apuntó.
La misión a Calcuta se desarrollará, en una acción pionera en la parroquia, del 11 al 27 de agosto. Durante este curso, los misioneros han tenido varias reuniones, han visto la película Amanece en Calcuta —«yo por mi cuenta he leído el libro de Madre Teresa Ven, sé mi luz», cuenta Víctor— y han podido escuchar a personas que ya han estado en la India. Entre ellos, al propio párroco, José Antonio Buceta.
«Yo he ido dos veces a Calcuta, en 2010 siendo seminarista y en 2012, ya diácono», cuenta Buceta. «Es una experiencia estupenda», y en algún momento debió comentar algo en la parroquia porque el año pasado surgió ya el deseo de organizarlo. «Vamos a lanzarlo y a ver qué pasa», se dijo. Y pasó que hubo lista de espera larga, pero «no quería llevar a más de 25 para vivirlo bien». Sobre todo son jóvenes, pero también irá algún matrimonio y mujeres de entre 30 y 40 años.
«Tengo sed»
En Calcuta, más que dar algo, que «allí uno da poco o nada», se recibe mucho. Allí «el Señor está gritando con fuerza esas palabras que escuchó la Madre Teresa, “tengo sed”». Así, el sacerdote espera «que la gente que vaya pueda escuchar al Señor gritándoles “tengo sed de ti”; y esto ocurre cuando uno se ha despojado de muchas cosas que tenemos aquí». En Calcuta «de repente todo eso desaparece y empiezan las incomodidades; empiezas a ver, a escuchar, a oler cosas que te sacan de esta vida tan en nosotros mismos».
El párroco explica que «todo lo que ahí uno vive te hace valorar mucho lo que aquí tenemos; te hace salir de ti mismo y a la vez profundizar en ti mismo». «Es una experiencia de fe y de amor de otro mundo».
Preparados para incomodarse
Víctor se ha empapado bien de toda esta preparación previa. «Vamos mentalizados para el servicio puro». En su caso añade: «Voy a Calcuta a aprender servicio y humildad». Es consciente de que habrá olores que les golpeen, calor húmedo y extremo, quizá les llegue el monzón, pero está dispuesto a vivir la incomodidad y a «empaparme de darme a los demás». Y, desde ahí, «estoy abierto a lo que Dios quiera».
Su misión consistirá en ponerse, cada día, a disposición de lo que las misioneras de la caridad les pidan. Domirán en la casa de la Baptist Missionary Society, a menos de 500 metros de la Casa Madre de las sisters, donde cada mañana tendrán un momento de adoración para poner su jornada en manos del Señor, y desde allí las hermanas les asignarán tareas.
La comunidad parroquial, señala Buceta, ha estado muy involucrada en la misión desde el principio. Con la oración, pero también con iniciativas para ayudar a los misioneros a sufragar el viaje. Así, se hicieron forros polares y camisetas de la parroquia, se ha realizado una colecta para llevar un donativo a las hermanas, y también se llevará un cuaderno y una bandera grande en la que la gente está escribiendo sus intenciones para ponerlas a los pies de la Madre Teresa en su tumba.
