La catedral de la Almudena se ha quedado "pequeña" en esta noche del 8 de noviembre durante la tradicional vigilia de la Almudena. Los jóvenes de Madrid han abarrotado el templo para participar en esta oración presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. En el marco del Año Jubilar de la Esperanza, oración, música y el silencio han sido ejes de una celebración en la que la Almudena, la Madre, ha vuelto a ser el centro de la mirada de todos ellos.
Desde las puertas del templo, los voluntarios han recibido a los jóvenes que han entrado con las luces apagadas y la catedral iluminada solo por los focos de las columnas, la cruz central y el icono de la Virgen, en un clima de recogimiento que ha invitado a preparar el corazón.
«María no se ha ido: sigue esperándonos detrás de nuestros muros»
Durante su homilía, el cardenal Cobo ha dirigido a los jóvenes una reflexión sobre la figura de la Virgen María al pie de la cruz, invitándolos a descubrir en ella el rostro de una fe madura y comprometida. «La Almudena —ha recordado— es la madre que lleva siglos acompañando esta ciudad con su mirada serena y su ternura constante. Es la Virgen que salió de los muros, la que nunca se ha ido, la que sigue esperando detrás de nuestros muros para recordarnos que Dios nunca nos abandona».
El arzobispo ha insistido en que «María no huye: se queda y espera». Y ha explicado que «si queremos aprender de ella, tenemos que ir donde ella va: al pie de la cruz». Allí, ha dicho, «no se escapó del dolor, no corrió cuando todo se derrumbaba; permaneció sabiendo que Dios tendría la última palabra».
«María —ha afirmado el cardenal— nos enseña lo que significa amar de verdad: amar no solo cuando todo va bien, sino permanecer cuando amar duele». Por eso, ha invitado a los jóvenes a no tener miedo de acercarse a las cruces del mundo: «Id donde los muros se caen, donde hay herida, donde hay pobreza o soledad, donde hay refugiados, rechazo o indiferencia. Allí está María. Id al pie de la cruz, porque allí os espera, y allí se aprende a mirar el amor verdadero».
??El cardenal Cobo a los jóvenes en la vigilia de la #Almudena:
— Archidiócesis de Madrid (@archimadrid) November 8, 2025
✝️«Id a los pies de la cruz. #María nos ayudará porque allí reconocemos que el amor es real, que perdemos el miedo y que #Dios nos enseña su rostro»
Las tres claves María enseña desde el Calvario:
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«Solo al pie de la cruz aprendemos a ser cristianos»
En su alocución ha reconocido que a veces «la cruz da miedo» y que «no apetece quedarse cuando el dolor aprieta». Pero ha insistido: «Ahí, en lo que el mundo desprecia, está el secreto de la vida, porque allí aprendemos a ver a Jesús resucitado». «Al mirar la cruz aprendemos también a mirar a los crucificados de hoy: los que sufren, los que callan, los que se sienten solos o abandonados. Y aprendemos a mirar nuestras propias cruces —esas heridas, fracasos o búsquedas— sabiendo que Jesús las abraza con nosotros. Solo al pie de la cruz aprendemos a ser cristianos, no lo olvidéis».
Así, ha presentado a los jóvenes tres claves que María enseña desde el Calvario: la escucha, la acogida y la fidelidad del “sí” cotidiano.
«Escuchar en medio del ruido»
«Para llegar al pie de la cruz —ha dicho— hay que haber aprendido antes a escuchar. María escuchó la Palabra, la guardó en su corazón y se dejó transformar. Por eso pudo llegar al final sin huir, con pena pero sin miedo».
«¿Cómo escuchamos hoy?», ha preguntado a los jóvenes. «Vivimos rodeados de pantallas, mensajes y opiniones, y corremos el riesgo de confundir la voz de Dios con el ruido del mundo, o con lo que simplemente sentimos. El sentir es importante, pero no basta: hay que escuchar, distinguir la voz del Evangelio entre tanto ruido».
«Acoger sin excluir»
La segunda, la acogida: «Al pie de la cruz estaban María, las mujeres y el discípulo amado: todos distintos, todos frágiles, pero unidos por el amor de Jesús. Así nace la Iglesia, como una familia diversa, donde el vínculo no es la sangre ni la ideología, sino el amor que brota del Crucificado». «María —ha subrayado— no excluye, no etiqueta, no selecciona. Simplemente acoge. En un mundo que polariza y divide, ella nos enseña a mirar con el corazón, no con prejuicios. El Evangelio no borra las diferencias, las transfigura».
«Repetir el sí cada día»
Finalmente, ha recordado que «el sí de María no fue un gesto romántico en Nazaret, sino una fidelidad que se ha repetido toda su vida, incluso cuando no entendía el dolor». «También nosotros estamos llamados a repetir nuestro sí a Dios en lo cotidiano: cuando cuesta, cuando no comprendemos, cuando la fe parece oscurecida. La fe no es tener todas las respuestas, sino no soltar la mano de Dios aunque no veamos el camino. Dios no deja de darnos la mano; lo malo es que a veces nosotros se la soltamos». «Pidamos a María, la Virgen de la Almudena, que nos enseñe a esperar sin huir, a estar al pie de las cruces, a escuchar sin ruido, a amar sin condiciones, a acoger sin excluir y a decir sí sin miedo. Solo hace falta abrir una pequeña grieta para que entre la luz. Y entonces volveremos a encontrar a la Madre: la que nunca se ha ido, la que sigue al pie de cada cruz, ahora con nosotros».
Una noche de silencio, oración y alegría
Tras la homilía, el silencio y la oración ante el Santísimo Sacramento. Los jóvenes han presentado sus intenciones, especialmente por la paz en el mundo, por los jóvenes, por la Iglesia de Madrid y por los que sufren. La vigilia ha concluido con la la ofrenda de flores a la patrona patrona «por todos los madrileños». «Podéis ir en paz —se ha despedido el cardenal— porque María camina con vosotros».
Con el Himno Joven de la Almudena y el canto final del Jubileo, en la catedral ha resonado «ecos de esperanza y gratitud». Los jóvenes han salido a la plaza con sus velas encendidas «y el corazón lleno», confesaban algunos al concluir: «la Virgen de la Almudena, una vez más, ha vuelto a reunirnos junto a la cruz para enseñarnos a mirar la vida con fe, alegría y esperanza».
