Una catedral ya sin restricciones de aforo acogió a un importante número de jóvenes en la noche de este lunes, 8 de noviembre, para celebrar la vigilia de la Almudena, previa a la festividad de la patrona de Madrid. Al comenzar, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, invitó a los presentes «a que traigamos a este altar» los rostros de sus familiares, amigos, de aquellos que «comparten con nosotros la vida y buscan a Dios, aunque todavía no sean conscientes de ello». Y también la vida de aquellas personas «por las que nadie reza», de los enfermos, los marginados, los migrantes, los descartados. «Esta es la noche de la oración, es la noche de la vida y es la noche de la esperanza», aseguró.
La celebración estuvo presidida por la réplica de la cruz de la JMJ que está visitando la diócesis y el icono de la Virgen de la Almudena. Ante ella, el purpurado quiso dar las gracias a los jóvenes: «Habéis sabido dar una respuesta firme, sincera» a la convocatoria de «nuestra Madre». Una mujer «excepcional», dijo, que prestó la vida «para dar rostro a Dios en este mundo», que «es la novedad absoluta» de un ser humano que dice a Dios «aquí me tienes».
Al hilo de las lecturas proclamadas, el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal destacó que «hemos sido liberados para liberar», para hacer hombres con sentido. Hombres, añadió, «con capacidad, no por sus fuerzas, sino por la fuerza que viene de Dios, de cambiar esta tierra» haciendo que la fraternidad universal no se haga «a fuerza del más fuerte, sino a fuerza del que más ama, del amor de Dios que vence y convence».
En este punto, el arzobispo de Madrid recordó que hay jóvenes en Madrid que están sin bautizar, como uno de los que ofreció su testimonio en la última vigilia de los primeros viernes de mes. «Invitadlos a que se bauticen –animó–, a que tengan la vida de Dios; me tenéis a vuestra disposición para hacer el bautizo a cualquier hora y cualquier día. Ofreced la vida de Dios». «Sed valientes», continuó, «para ofertar la vida de un Dios que nos hace caminar de una forma tan nueva, tan diferente, tan lograda…».
«El amor es difusivo»
El purpurado habló también a los jóvenes del amor de Dios: «No estás solo, tu vida tiene sentido, pero tu vida adquiere sentido cuando no vives para ti mismo». Porque «el amor es difusivo» y no se retiene. Así, en la misión pasará como a los apóstoles en aquel primer Pentecostés, que, fortalecidos por el Espíritu Santo, todo el mundo les entendía en su lengua, porque el lenguaje de Dios «lo entiende todo el mundo; es un lenguaje de amor».
«Cuántas cosas os ha dicho el Señor en el camino de vuestra vida» a través de los padres, los amigos, los profesores, y hoy «a través de los acontecimientos», también de los amigos, «de la Palabra». «Extendamos, como lo hizo María, el amor de Dios, a Cristo, por esta tierra». Así concluyó el Cardenal Osoro la vigilia ante unos jóvenes que, como la Virgen, «quieren decir “aquí estoy”».