Este sábado, 11 de octubre, se celebra el Día Mundial de los Cuidados Paliativos, con el lema “Cumplir la promesa: acceso universal a los cuidados paliativos”. La doctora Yolanda Zuriarrain atiende la planta de cuidados paliativos del Hospital de Cuidados Laguna de Madrid y destaca la importancia de humanizar la medicina y acompañar a los pacientes y sus familias en momentos críticos de la vida.
Respecto a su labor, la doctora Zubiarrain explica: «Trabajo con un equipo estupendo de profesionales. No estoy sola: aprendo de ellos, de los pacientes y de sus familiares. Establecemos relaciones fuertes de confianza y apoyo mutuo, porque aliviamos el sufrimiento también con su ayuda. Nosotros aportamos nuestros conocimientos, pero ellos nos enseñan su humanidad».
Para la doctora, cada paciente es un maestro. «Sufro y amo mucho en mi trabajo, pero también me ayuda a valorar lo que tengo y a ser más agradecida», señala. Destaca la importancia de compartir las decisiones con los enfermos: «A nivel profesional tengo más información sobre la enfermedad y los tratamientos, pero para abordar su situación con humanidad necesito conocer sus valores y cómo quieren afrontar su enfermedad. Las decisiones compartidas enriquecen y dan valor moral a la atención».
Esta semana, celebramos los cuidados paliativos de la mano de grandes profesionales en las jornadas de @SaludMadrid y @Humanizar_es
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Nuestros profesionales del equipo psicosocial de @FundlaCaixa participan
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Zubiarrain advierte que este enfoque se está perdiendo: «Tenemos que humanizar la medicina y hacerla más integral, sin centrarnos únicamente en la técnica». Para ello, el acompañamiento del enfermo es esencial: conocer su historia de vida, su biografía y también la de sus familiares. «Colaborar para que haya finales felices es posible conociéndoles bien. Muchos pacientes se preocupan por dejar solos a sus familiares, y acompañarlos a todos les alivia mucho».
La doctora destaca la gratitud y el amor que recibe diariamente: «Los pacientes me enseñan a dar más amor y a valorar mi profesión, no solo como ciencia, sino también como arte: el arte de cuidar y amar».
Además, aclara un mito frecuente: «Estoy cansada de oír que solo trato a moribundos. Yo trato a personas muy vivas, que me enseñan a vivir incluso en situaciones difíciles de enfermedad y sufrimiento». Y añade: «La vida no se entiende sin la muerte. Si pudiéramos normalizar la muerte, daríamos un sentido trascendente al final de la vida y disminuiríamos el miedo y la angustia».
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Respecto a los cuidados paliativos en España, Zubiarrain destaca la necesidad de una legislación que garantice esta atención a pacientes y familiares, como ya ocurre en otros países. «Debemos movilizarnos socialmente, hablar de ello en las voluntades anticipadas y divulgarlo entre nuestros conocidos», afirma. También resalta la necesidad de especialización en paliativos. «Se requiere formación universitaria básica para todos los doctores, pero los casos complejos y la humanización necesitan especialistas», explica.
Finalmente, la doctora subraya que «solo un ser humano puede aliviar el sufrimiento de otro. Ni las máquinas ni los fármacos lo harán jamás. Debemos ser más solidarios y recordar que lo más valioso sigue siendo la persona».
También apunta que necesitan una especialización, es decir, que se nos valore como especialistas de paliativos. Se necesita una formación en toda la carrera universitaria para que los doctores sepan dar unos paliativos básicos, pero la especialización, los casos complejos, la dinámica que estamos viendo de sufrimiento en la sociedad por la falta de sentido, tenemos que enseñarlo con los paliativos, con la humanización».
Por último, la doctora recuerda que «solo un ser humano puede aliviar el sufrimiento a otro». No olvidemos que nunca lo va a hacer una máquina o un fármaco o intentando huir de tu realidad. «Tenemos que ser más solidarios». Por eso «hay mucha diferencia en cómo se cuidan en otras zonas que son más sencillas socialmente, y donde la humanización todavía no se ha perdido, ya que ese materialismo atroz que nos puede a todos hace que perdamos lo que es más valioso: la persona».