España

Jueves, 09 octubre 2014 06:40

Los misioneros piden que no se hagan "caricaturas" de los problemas del mundo

"Me gustaría que en mi España natal hubiera más información, que supiérais lo que pasa en el mundo", dijo monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou. "Una información seria de nuestra presencia en los lugares críticos y no sólo lo que se ve o dice la tele; no hacer caricatura de los problemas del mundo", fue la petición de monseñor Enrique Figaredo, prefecto apostólico de Battambang. "Una información casi nula y de una hegemonía comunicacional" en su país de misión, fue la constatación hecha por monseñor José Ángel Divassón, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

El presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), el claretiano Luis Ángel de las Heras, presentó la mesa redonda con los testimonios de estos tres obispos misioneros, que tuvo lugar en el marco del espacio cultural "El Domund, al descubierto", que se está desarrollando desde el pasado 1 de octubre en el Centro Cultural Arganzuela, organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP).

Monseñor Divasson, que afirmó que "la historia de la ciudad (Puerto Ayacucho) tiene mucho que ver con la presencia de la Iglesia", explicó su trabajo con los indígenas yanomanis; sobre todo, el duro trabajo de inculturación del Evangelio. Sin embargo, el obispo reconoció que si bien "Dios estaba presente en esos pueblos" antes de la llegada de los misioneros, ellos han tenido que descubrir "los signos del Evangelio que ya había en esas personas y los rasgos culturales que expresan sus sentimientos". En este contexto, dijo que son pueblos "absolutamente amenazados", y denunció la búsqueda del oro por parte de multinacionales chinas. Pero el obispo de Puerto Ayacucho concluyó diciendo que "este pueblo tiene futuro si se hace cristiano".

Por su parte, monseñor Aguirre, comentó la religiosidad africana recordando cómo los sitios en la iglesia son siempre insuficientes en la Misa de los domingos. Con la población que ha sufrido los estragos de la guerrilla de Joseph Kony primero y de la Seleka después, el obispo de Bangassou ha encontrado su sitio. El prelado es una de las pocas voces de este "genocidio silencioso" (más de 200 personas fueron degolladas por los radicales islámicos entre julio y agosto); tal vez, porque ha decidido quedarse con su pueblo, "contando sus lágrimas".

Finalmente, monseñor Figaredo dijo que Dios le "colocó en el corazón del sufrimiento" al llevarle en su primer destino misionero a un campo de refugiados y discapacitados en Bangkok. Allí aprendió que "el Evangelio se hace vida" y lleva a reconocer la dignidad de las personas. En el ejercicio de su vocación, ha aprendido a "servir con sencillez" y afirmó que "la Iglesia tiene que estar orgullosa" de estar presente en sitios con tanta necesidad. El prelado de Battambang insistió en la necesidad de ofrecer una información seria de la presencia de los misioneros "en los lugares críticos" e invitó a que se conozcan "las raíces" de la noticia y no sólo "el final o la anécdota". Defendió a los misioneros como los mejores conocedores de esas situaciones, porque nadie está "40 años conociendo una cultura".

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