España

Jueves, 10 septiembre 2015 09:36

Monseñor Livio Melina señala que la comunidad cristiana no puede abandonar a los separados y divorciados “como si fueran excluidos y excomulgados”

El presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, monseñor Livio Melina, ha subrayado, frente a los dramas y sufrimientos debidos al fracaso de la vida matrimonial, la “necesidad de superar las divergencias entre verdad y misericordia”, que, en su opinión, “supone superar la mentalidad legalista que reduce la elección a dos opciones: condenar o excusar”.

Monseñor Melina ha pronunciado ayer la primera ponencia de las jornadas diocesanas “Vocación y misión del matrimonio y la familia en la iglesia y en el mundo”, organizadas a iniciativa del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, a través de la Facultad de Teología de Valencia, la sección española del Pontificio Instituto Juan Pablo II, y la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV).

Precisamente, el cardenal Cañizares, que ha presidido la apertura de las jornadas, ha asegurado que “en estos últimos tiempos andamos con confusión sobre la verdad del hombre y sobre la verdad de la familia” y “tanto el hombre como la familia constituyen el camino de la Iglesia y de la humanidad”.

El presidente del Pontificio Instituto, que ha dictado su conferencia en el campus de Valencia-San Juan y San Vicente por la mañana, y en la sede de Santa Úrsula, ha expuesto algunas respuestas pastorales ante las dificultades que deben afrontar hoy las familias cristianas, y ha incidido en el caso de los matrimonios separados y divorciados.

Así, el presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II ha defendido que “la pastoral debe enraizarse en la verdad del bien” pues “sólo entonces será misericordiosa”. De lo contrario, “asumirá necesariamente el rostro deformado de una búsqueda de consenso, será un intento de resolver los problemas”, de “hacer que la gente se sienta contenta” y la misericordia “no será más que un fácil eslogan sentimental a su servicio”.

Acompañamiento

Por ello, monseñor Melina ha reconocido que con quienes han fracasado en su matrimonio “estamos invitados por el papa Francisco a explorar otra vía, mucho más comprometida y paciente: la vía del acompañamiento”.

La comunidad cristiana “no puede abandonarlos a sí mismos, como si fueran, con sus elecciones excluidos y excomulgados. En cualquier caso, en la medida en que no repudien la fe bautismal, los cristianos que se encuentran en esta situación son miembros de la Iglesia, que tienen derecho no sólo de ciudadanía, sino también de una particular y específica acogida y atención”, ha asegurado.

Asimismo, el ponente ha incidido en que “se trata de ayudar a las personas separadas o a los divorciados a un discernimiento de su situación particular, a una revisión de su historia y a una asunción de sus responsabilidades ante las personas implicadas en sus elecciones, comenzando por su cónyuge y sus hijos”. Con todo, “cada situación es un caso único y deben evitarse las respuestas genéricas”, ha especificado. De la misma forma, monseñor Melina ha puesto de relieve que el derecho canónico prevé la “posibilidad de una separación con causa legítima”, con intervención de un decreto específico del obispo.

Al respecto, se ha mostrado favorable a que “la pastoral debería reflexionar sobre la condición de los separados, reconociéndola como un estado de vida legítimo y previendo itinerarios espirituales específicos de reconciliación, orientados a reconstruir, cuando sea posible, la convivencia conyugal y en cualquier caso a favorecer la fidelidad al vínculo sacramental, de modo que no se abandone enseguida a estos fieles en manos de los abogados, entregándolos a una deriva que inevitablemente los lleve al divorcio civil, como única salida a su situación”.

Diferente es, en su opinión, el caso de los divorciados vueltos a casar o que viven en convivencia de hecho. “Los fieles que han establecido una nueva unión no se encuentran en la plenitud necesaria de comunión eclesial y deben por ello aceptar algunas limitaciones en el acceso a los sacramentos y en el ejercicio de la vida eclesial, debido a la incompatibilidad objetiva con la eucaristía y con la penitencia y a la falta de testimonio coherente”, ha manifestado monseñor Melina.

En este sentido, “la Iglesia está llamada aquí a ofrecer la guía y el acompañamiento en un camino de purificación y de reconciliación, que deberá ser personalizado” y ha expresado que “la verdad del matrimonio es indispensable para un camino auténtico”.

Expectativas ante el Sínodo

Finalmente, el prelado se ha referido al Sínodo sobre la Familia, del que ha lamentado que “se han suscitado expectativas exorbitantes, también por obra de la acción manipuladora de medios de comunicación de masas que presionan fuertemente para que se dé un cambio de la doctrina y de la praxis de la Iglesia”.

De lo contrario, la medida del éxito del Sínodo, “no será la cesión ante estas expectativas” sino “la capacidad de proponer sin reducciones el gran mensaje cristiano sobre el amor humano en el designio divino, que es verdadero evangelio y esperanza”.

“¿Qué aporta Jesús a la familia? Esta era la intención profunda del papa al convocar a los obispos. El Santo Padre ha expresado su deseo de que no se reduzca toda la discusión a una casuística, sino que se intente más bien llevar la alegría del Evangelio a las familias concretas”, ha añadido el prelado.

En definitiva, Monseñor Melina ha aseverado que “Jesús no trae la solución de los problemas, sino el anuncio de una vida grande, capaz de fidelidad y de fecundidad, capaz de amor, a pesar de nuestros límites y con nuestros límites”.

Cardenal Cañizares

El cardenal Cañizares, durante su intervención en la apertura de las jornadas diocesanas, ha señalado que “el bien del hombre y de la sociedad está profundamente vinculado a la familia” y el “futuro de la humanidad se fragua en la familia”. Por eso, “es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover la verdad que constituye y en la que se asienta la familia así como los valores y exigencias que ésta presenta”. Así, cuando falta la familia la persona que viene al mundo tiene una “carencia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente toda la vida”.

“Son muy conocidos los problemas que asedian hoy en día al matrimonio y a la familia debidos a una cierta mentalidad hedonista, permisiva, relativista, laicista e insolidaria”. Así, “la familia atraviesa dificultades importantes, particularmente con la plaga del divorcio que cobra especialmente sus víctimas en los hijos; con la mentalidad anti vida, con la impregnación de la cultura de la muerte que reduce el sentido de acogida de la vida, que impide su concepción o la elimina”. Por ello, “todos sin excepción estamos llamados a promover y fortalecer los valores y exigencias de la familia y ésta debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas”.

Por contra, “no defender debidamente a la familia constituye una actitud irresponsable y suicida que conduce a la humanidad por derroteros de crisis, deterioro, y destrucción de incalculables consecuencias”, según el purpurado. La promoción y defensa de la familia basada en el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer “es la base de una nueva cultura y civilización del amor” con la que abrir el camino “hacia la cultura de la solidaridad y de la vida”, y que “será base de la paz y una humanidad nueva”.

Asimismo, el Cardenal ha afirmado que “estamos llamados a que las familias en medio de las dificultades que las envuelven hoy tomen conciencia de sus capacidades y energías, confíen en sí mismas y en las propias riquezas de la naturaleza y gracia que en ellas reside, en la misión que Dios les ha confiado”.

En las jornadas también han participado el obispo auxiliar de Valencia, monseñor Esteban Escudero; el obispo de Alcalá y vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II, monseñor Juan Antonio Reig; el rector de la UCV, Ignacio Sánchez Cámara, y Juan de Dios Larrú, decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II, entre otros, junto a Juan Andrés Talens, presidente de la comisión de Familia y Defensa de la Vida del Arzobispado de Valencia, miembros del consejo de gobierno de la UCV, sacerdotes, profesores universitarios y alumnos.

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