Madrid

Viernes, 20 marzo 2020 11:30

Así afronta la pandemia del coronavirus la Iglesia que peregrina en Madrid

Así afronta la pandemia del coronavirus la Iglesia que peregrina en Madrid

El drama de la expansión del COVID-19 está suponiendo una prueba para todos. En estos días, el semanario del Arzobispado, Alfa y Omega, está dando cuenta de cómo está afectando también al día a día de la Iglesia que peregrina en Madrid.

Los capellanes de los hospitales saben muy bien los estragos que el virus está causando en los enfermos y sus familiares. Para ellos, lo más gratificante es que «llevas mucha paz», y no solo a los enfermos, porque los enfermeros también necesitan de una palabra de consuelo y aliento. «Dentro de la intensidad y la tensión, tenemos alegría y fuerzas. Se nota que hay mucha gente rezando».

La imagen de los templos ha cambiado por completo. Los sacerdotes celebran sin pueblo y ponen en juego toda su creatividad para llevar la Misa a las casas de los fieles a través de internet y palabras de aliento a través de WhatAapp. Algunos, como Alfredo Jiménez, párroco del Santísimo Cristo de la Victoria, está bendiciendo con el Santísimo a todo el barrio desde lo alto del campanario: «Subo al Señor a la torre para que se sientan muy cerca de Él, aunque Cristo no les deja nunca. Muchísima gente puede verlo, y no paran de llegarme mensajes de agradecimiento». A las 12:00 horas, además, repican las campanas para invitar a la oración por enfermos y fallecidos, así como por quienes los atienden.

Aquellos que se preparan para el sacerdocio también viven estos días de manera especial. Aunque no haya habido celebraciones públicas, a san José, patrono de los seminaristas, se le ha honrado también de una manera más íntima. Desde el Seminario Conciliar de Madrid, en el que ahora hay más tiempo para la oración, el estudio, la lectura y la vida de fraternidad, su rector, José Antonio Álvarez, explica que «permanecemos en comunidad, haciendo nuestras las tristezas y angustias de los hombres».

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Confianza en Dios

Con España entera en régimen de confinamiento en sus casas, la mirada se dirige a los conventos de clausura, en los que las hermanas viven este estado de por vida ofrecido por la Iglesia y por la salvación de las almas. En estos días tan especiales, incrementan además las oraciones por las víctimas del coronavirus y para que la pandemia pase cuanto antes. Es un momento, explica la hermana Imelda, de las Mercedarias Descalzas de la Purísima Concepción –conocidas en Madrid como Las Góngoras–, para que en las familias, «los hijos vean que los padres también rezan. A veces los niños piensan que solo rezan las monjas porque, por las mil circunstancias de la vida, no ven a sus padres en oración». Y también «para darse cuenta de que no todo son carreras, no todo es trabajo, que no todo es estar con las cosas del mundo. Todo hace falta, hace falta trabajar, salir, el ocio, y también unirnos como familia y rezar».

En casa se han quedado también los costaleros, nazarenos, damas de mantillas, monaguillos… Las procesiones de Semana Santa se han suspendido, así como todos los actos que las hermandades tenían programados para el tiempo de Cuaresma, que son muchos. Fernando Chicharro, capataz del paso del Gran Poder de Madrid, explica: «Ofrecemos al Señor esto, de lo que tantas ganas teníamos, por los fallecidos. Es una penitencia nueva». Y Juan Venegas, hermano mayor de los Estudiantes, añade: «Estos días van a ser muy buenos para coser, zurcir y recoser los rotos del alma. Es una oportunidad única y maravillosa de vivir una Cuaresma como seguramente no vayamos a volver a vivir en la vida y una Semana Santa con un sentido mucho más trascendente. De esto vamos a sacar mucho bien».

La felicidad que da la confianza y el abandono a la Providencia en tiempos del coronavirus lo han experimentado Gloria y Lucas de primera mano estos días. Estos jóvenes, que tenían su boda programada para el 18 de abril, la adelantaron aprovechando la oportunidad que les brindó el santuario de Schoenstatt de Pozuelo para casarse minutos antes de que entrase en vigor el estado de alarma. «Boda a puerta cerrada, como en los partidos, y bien alejados unos de otros», contó por WhatsApp Lucas a sus amigos, a los que invitó a unirse a la celebración a través de una aplicación que ofrece transmisiones en directo ya que sólo pudieron estar acompañados por padres y hermanos. «Por mucho que hagamos planes en la vida –explica Gloria–, Dios tiene otros y siempre superan nuestros sueños. Cuando dejas que Dios actúe, siempre te sorprende».

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Prueba para las familias

Atendiendo a la petición de las autoridades, las familias permanecen en sus casas. Uno de los compañeros de Alfa y Omega, que está pasando la cuarentena teletrabajando y atendiendo, junto a su mujer, a sus seis hijos de entre 9 años y 2 meses, cuenta todo lo que implica. «Nuestra principal preocupación es combinar la disciplina con el cariño y la flexibilidad. En lo que respecta a mi trabajo, tengo claro que esta situación exige renuncia: debo renunciar al nivel laboral que tenía antes, y debo renunciar a la perfección. No se trabaja igual en casa confinado con seis hijos que en la redacción», señala.

A pesar de este confinamiento, la Iglesia mantiene una opción preferencial por los más necesitados. Jorge Vicente, responsable de coordinación operativa de la Mesa por la Hospitalidad de Madrid, explica que la mesa continúa con su labor de atención a estas personas, porque «si les fallamos se van a la calle», y detalla que «los voluntarios están siendo un ejemplo impresionante de generosidad».

Como afirma José Luis Segovia, vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación, este tiempo en que «nos tenemos que poner en “modo catacumba”, es sin embargo una oportunidad que Dios ha puesto en nuestra vida para que brille su santidad a través de la nuestra».

Los voluntarios de Cáritas Diocesana de Madrid, la Compañía de Jesús, de la asociación Bokatas o de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, entre otras muchas organizaciones, siguen atendiendo a las personas necesitadas o sin hogar. «Ahora más que nunca nuestro voluntariado tiene sentido», afirman Francesco (Italia) y Pierre (Francis), dos jóvenes voluntarios proyectos para personas en riesgo de exclusión social de Cáritas.

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