Diversos medios de prensa en el mundo han publicado casi al unísono la “noticia” de que el Papa Francisco, cambiando la existente doctrina católica, habría afirmado que los animales van al Cielo al igual que los seres humanos. Pero, ¿realmente dijo eso el Papa Francisco?
El diario italiano Corriere della Sera fue el que inició el aluvión mediático con una nota publicada el 27 de noviembre –sobre la audiencia general del Santo Padre del día 26– titulada “El Papa y los animales ‘El Paraíso está abierto a todas las criaturas’”. El titular del periodista Vecchi Gian Guido utiliza una palabra que el Pontífice nunca usó: animales.
El mismo 27 de noviembre el diario inglés The Guardian publicó una noticia en la que se señala, citando al Corriere della Sera, que “los animales también van al cielo. Esa es, al menos, una interpretación de lo dicho por el Papa Francisco en su audiencia general en el Vaticano”.
Días después, el 11 de diciembre fue Rick Gladstone de The New York Times de Estados Unidos, quien siguió con la narrativa pero ahora desde otro ángulo. Según este diario el Papa se habría encontrado “en una aparición pública en San Pedro” con un pequeño niño que perdió a su perro a quien habría dicho que “el Paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios”.
Es posible que el origen de la nota haya sido un dato más que publicó el Corriere della Sera el día 27 de noviembre. El texto en italiano señala que “se cuenta que Pablo VI consoló a un niño que lloraba por la muerte de su perro diciéndole ‘un día volveremos a ver a nuestros animales en la eternidad de Cristo’”.
The New York Times señala asimismo en la nota del 11 de diciembre que “aunque no es claro si lo dicho por el Papa ayudó a consolar al niño, sí fue bien recibido por grupos como” la Humane Society of the United States and People for the Ethical Treatment of Animals, “quienes lo acogieron como un repudio de la teología conservadora católica que dice que los animales no van al cielo porque no tienen alma”.
Tras la publicación de estas notas, medios como El Universal de México, Caracol de Colombia, Terra Argentina, entre muchos otros, publicaron diversas noticias señalando que el Papa Francisco ha dicho que los animales van al cielo.
Lo que sí dijo el Papa Francisco en la catequesis del 26 de noviembre
El Santo Padre dedicó su catequesis de la audiencia general del 26 de noviembre a explicar qué es el Cielo. El Pontífice resaltó que antes que un “lugar” es un “estado” en el que las personas podrán contemplar a Dios.
Y sobre el tema en cuestión dijo: “La Sagrada Escritura nos enseña que el cumplimiento de este diseño maravilloso no puede no interesar también todo aquello que nos rodea, y que ha salido del pensamiento y del corazón de Dios. El apóstol Pablo lo afirma explícitamente, cuando dice que también ‘la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios’. Otros textos utilizan la imagen del ‘cielo nuevo’ y la ‘tierra nueva’, en el sentido de que todo el universo será renovado y liberado de una vez para siempre de todos los rastros del mal y de la misma muerte”.
Una respuesta a lo dicho por los medios
El reconocido apologeta norteamericano Mark Shea, respondió a los medios que hicieron eco de estas afirmaciones señalando no solo que no existe ni una sola cita donde el Papa Francisco diga lo que se le atribuye; sino que “es bastante flojo decir que los animales son ‘salvados’ ya que estos no son capaces de pecar. La salvación salva del pecado. Las criaturas no racionales no pueden ser ‘salvadas’ ya que no tienen un pecado del cual ser salvadas”.
“Esto no quiere decir que el resto de la creación no tiene lugar en el esquema de la redención. Todo el asunto es hablar sobre un nuevo cielo y una nueva tierra es decir que lo hay. Pero decir que los ‘animales van al cielo’ en el sentido de disfrutar la salvación como los seres humanos, pues no tiene sentido”.
Shea afirma también que “tu perro es capaz de disfrutar de muchas cosas y puede ser capaz de disfrutar de una nueva tierra, pero nunca será capaz de contemplar el rostro de Dios de la forma en la que un ángel o un humano redimido podrá”.
“El Catecismo no discute el destino de los animales porque la Biblia no es el gran libro de todo. Simplemente no tenemos idea de lo que Dios tiene para el resto de la creación. La Revelación se da para salvar a nuestra raza desesperadamente depravada (…) Tenemos información suficiente como ‘no seas cruel con los animales’ y ‘está bien usarlos para alimento, vestido y medicinas’. Pero no se nos ha dicho nada sobre lo que Dios tiene para ellos más allá de eso”, subraya el apologeta.
Ironizando sobre la manera como la prensa secular informa sobre palabras y gestos papales, Shea dice luego que “recuerdo una vez cuando Benedicto dio una homilía sobre nuestra responsabilidad por la creación hace algunos años y la prensa dijo que usó una vestidura verde como signo de su compromiso con el ambientalismo. Ese es el calibre de la conciencia teológica con la que lidiamos cuando la prensa reporta sobre la Iglesia”.
Lo que dijo San Juan Pablo II sobre los animales en 1990
Para intentar sustentar lo afirmado en su nota del 27 de noviembre, el Corriere della Sera también incluyó algunas afirmaciones de San Juan Pablo II de la audiencia general del 10 de enero de 1990, en la que habla sobre “La acción creadora del Espíritu divino”.
En aquella oportunidad lo que dijo en realidad el Papa polaco fue que algunos textos señalan que “también los animales tienen un aliento o soplo vital, y que lo recibieron de Dios. Bajo este aspecto el hombre, salido de las manos de Dios, aparece solidario con todos los seres vivientes. Así el salmo 103/104 no establece distinción entre los hombres y los animales cuando dice, dirigiéndose a Dios Creador: ‘Todos ellos de ti están esperando que les des a su tiempo su alimento; tú se lo das y ellos lo toman’. Luego, el salmista añade: ‘Les retiras su soplo, y expiran, y a su polvo retornan. Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra’. Por consiguiente, la existencia de las creaturas depende de la acción del soplo-espíritu de Dios, que no sólo crea, sino que también conserva y renueva continuamente la faz de la tierra”.
Juan Pablo II no habla del destino final de los animales, sino que explica que Dios los creó y que su existencia depende de Él. Además, no son el tema de la audiencia en donde lo principal es la acción creadora del Señor que infunde su espíritu en el hombre y envía a su Hijo Jesús para salvarlo.
Lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica
Aunque hay otros numerales en los que son mencionados los animales, el Catecismo de la Iglesia Católica se ocupa de ellos en los numerales del 2415 al 2418 bajo el título “El respeto de la integridad de la creación”.
2415 El séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura (cf Gn 1, 28-31).
El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creación (cf CA 37-38).
2416 Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial (cf Mt 6, 16). Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria (cf Dn 3, 57-58). También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri.
2417 Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen (cf Gn 2, 19-20; 9, 1-4). Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales son prácticas moralmente aceptables, si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
2418 Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos.