El padre Fernando Azpiroz, misionero jesuita español en Macao, director de la Casa Ricci y sucesor del conocido padre Luis Ruiz, cuenta en una carta las consecuencias del terremoto en Nepal, a la vez que nos pide que le encomendemos en nuestras oraciones, “ya que la misión de China no es fácil sin el apoyo de ustedes”.

“El padre Ruiz solía escribir una carta por la Fiesta de Pentecostés para compartir con amigos y benefactores los nuevos acontecimientos. Pentecostés es un tiempo para compartir con otros nuestras esperanzas y experiencias, nuestros sueños de cambio y renovación.

Hace dos semanas, el mundo entero fue sacudido por la terrible noticia de dos fuertes terremotos que trajeron muerte y destrucción en Nepal. Hemos visto las imágenes de dolor y destrucción, también hemos visto los esfuerzos heroicos de los nepaleses y los equipos internacionales buscando desesperadamente a aquellos que todavía estaban atrapados en los escombros; o de individuos y organizaciones trayendo alivio a las miles de personas que se habían quedado sin hogar, o sin agua para beber o alimento para comer. Estas imágenes poderosas han tocado los corazones de millones de personas en todo el mundo, movilizando a muchos a hacer algo para expresar su solidaridad con los que sufrían y aliviar así su angustia. Si Dios quiere, y gracias a estos generosos esfuerzos, el pueblo de Nepal llorará a sus seres queridos, para luego reconstruir sus casas y la infraestructura destruida, etc., y finalmente, serán capaces de gradualmente volver a su vida normal.

Estos terremotos son tragedias humanas que son visibles. Ellas atrapan nuestra atención y provocando en nosotros un fuerte deseo de ayudar. Esto es porque podemos ver sus efectos, y también porque podemos vernos a nosotros mismos apoyando a otros que están buscando soluciones eficaces para resolver los problemas causados por estas tragedias. Pero también hay otros tipos de terremotos. Estos son ‘terremotos silenciosos y ocultos’ que pasan desapercibidos, incluso por personas que están muy cerca de sus ‘epicentros’. Estos son los ‘terremotos’ causados por la discriminación social que traen marginación, miseria y diferentes clases de muerte. ‘Terremotos’ que producen miles de refugiados. Refugiados que nunca serán capaces de regresar a sus hogares o familias, porque en muchos casos lo que causó la discriminación han sido sus propias familias y comunidades. Estos son los ‘terremotos’ causados por la discriminación, que causa no sólo la muerte física, sino también la muerte del espíritu, de la propia cultura, de la autoestima, y de la voluntad de vivir. Esta es la situación de millones de personas en China y en todo el mundo. Esta es la situación a la que Casa Ricci se enfrenta diariamente, sirviendo a miles de personas en China afectados e infectados por la lepra o el VIH/SIDA. En la mayoría de los casos, nuestros equipos de ‘rescate’ compuestos por casi un centenar de religiosas y voluntarios nunca abandonarán a las ‘víctimas’, ya que ya se han convertido en sus amigos y ‘familias’, y en una parte muy importantes de sus vidas.

Los problemas a los que se enfrenta la gente que servimos no tienen soluciones fáciles, porque se originan en causas profundas, enraizadas a nivel social, económico, cultural y personal. Así y todo, queremos ofrecerles una respuesta que les expresamos en los siguientes términos: ‘Los problemas a los que se enfrentan pueden ser difíciles de resolver, pero al unir nuestros esfuerzos a los tuyos vamos hacerles frente y resolverlos juntos. Porque tus problemas son ahora también nuestros propios problemas’. Esta es la forma en que practicamos y vivimos nuestra solidaridad en China, con los más de tres mil personas a los que tratamos de servir cada día en los hospitales, hogares de niños, centros de pacientes afectados por lepra, centros de cuidados paliativos, o a través de nuestras unidades móviles. Para ello, necesitamos su ayuda. El camino a recorrer es bien largo, y los invitamos a caminar junto a nosotros, para que así ustedes nos ayuden a caminar junto a los más necesitados.

No es siempre fácil encontrar en China personas dispuestas a vivir y compartir el tipo de valores solidarios promovidos por Casa Ricci. Este año, hemos iniciado un programa para involucrar a jóvenes chinos que posean estos ideales solidarios. Primero los ayudamos a completar un título terciario en servicios sociales, educación, estudios médicos, etc. Luego los invitamos a unirse a Casa Ricci por otros tres años para servir y comprometerse en nuestros diversos programas y comunidades de servicio.

Como la marginación cambia de cara en China, también nuestras formas de practicar la solidaridad deben mostrar creatividad y capacidad de adaptarse para hacer frente a las nuevas situaciones y necesidades que sufre la gente que es marginada. Uno de los grupos que requieren atención especial son las miles de mujeres jóvenes en China, que debido a diferentes razones están expuestas a la industria del sexo. Este año Casa Ricci ha iniciado un proyecto para colaborar con algunas organizaciones locales que se dedican a aliviar la situación que viven cientos de mujeres jóvenes que han sido impulsadas a la prostitución.

Estas son sólo algunas de las novedades que están sucediendo en Casa Ricci. Otras todavía se están desarrollando. Si Dios quiere, ya les contaremos más acerca de ellas en un futuro próximo.

Sin su ayuda, ni siquiera nos habríamos atrevido a pensar en todo esto. Una vez más, encomiendo a sus oraciones a todas las personas que servimos, y a todas las personas que están trabajando con nosotros en nuestros distintos centros y comunidades. Contamos con ustedes”.