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Jueves, 23 marzo 2023 12:04

El legado en Madrid de Vicenta María, la santa de la normalidad inspiradora de la película 'La Sirvienta'

El legado en Madrid de Vicenta María, la santa de la normalidad inspiradora de la película 'La Sirvienta'

La semana en la que se estrena La Sirvienta visitamos la casa madre de las religiosas de María Inmaculada, cuya fundadora, santa Vicenta María López y Vicuña (1847-1890), es la inspiradora del filme. «Aquí hay algo», dijo la actriz protagonista cuando, tras más de cuatro horas de conversación con la hermana María Nieves —«Llámame Mari Nieves y de tú, que así me llaman las chicas», nos dice espontánea—, se encontró frente a frente con la tumba de Vicenta María. Así es. Pareciera que el alma, el espíritu y el carisma de «la santa», como la llaman sin rococós sus hijas de congregación, se respirara allí con especial intensidad.

La película, que es el culmen del 175 aniversario del nacimiento de la santa, «llega al corazón», explica por su parte la hermana Isidora, y además tiene mucho que decir, reconoce, a los jóvenes de hoy. Porque no puede estar más de actualidad la fundación de Vicenta María: la salvación y santificación de las jóvenes necesitadas mediante una obra preventiva. Ya no son aquellas muchachas que en la segunda mitad del siglo XIX llegaban a la ciudad de Madrid provenientes de los pueblos a buscarse un futuro, y a quienes la pobreza las llevaba a la calle; pero sí los que vienen de los pueblos del mundo. Los migrantes, que son el grueso de los atendidos en las obras apostólicas de las religiosas a día de hoy.

Vicenta María no habría sido quien fue de no ser por sus tíos, con los que vino a vivir a Madrid desde su Cascante natal, en Navarra, enviada por sus padres para continuar con su formación. «Educádmela para reina», les pidió su padre por carta; «y yo os pido —añadió su madre— que la eduquéis para santa». Los tíos, que habían ya empezado una obra social de prevención con mujeres jóvenes, «afirman el papel del laico» en unos años que, por ser los que eran, los convierten en pioneros. Le contagiaron a la santa «un estilo de vida», junto a la idea de que «el cristiano, si no se sumerge en la historia, no es cristiano; el mismo Jesús nos lo ha dicho con la encarnación». Lo cuenta la hermana María Eugenia Vicenti, especialista en el carisma de la santa. Este carisma de la encarnación lo deja por escrito la propia Vicenta María: «Sin saber cómo, he venido a vivir bajo el mismo techo que mis pobres chicas».

Santa vicenta maria foto

«Las chicas han triunfado»

Es cierto que cuando la santa se vio llamada por Dios a una entrega total a Él, su primera inclinación fue hacia la vida contemplativa. Pero la experiencia vivida con los tíos pesaba, y mucho. Por eso, tras un discernimiento en unos ejercicios espirituales en Santa Bárbara, dejó escrito: «Las chicas han triunfado», que pasó como lema a la posteridad. «Detrás hay toda una labor de Dios en ella —prosigue la hermana María Eugenia—; es la compenetración con el Cristo pobre, humilde y obediente que se entrega por la salvación del mundo». En esto sintonizó con la pobreza de sus chicas, y no solo la material, también «las pobrezas ocultas».

Así continúan hoy las religiosas a través de sus obras apostólicas, siempre con la prevención como eje transversal de la pedagogía congregacional. La primera de estas obras es la Fundación Manuel María Vicuña, tío de la santa. «Esta es la mejor herencia que le dejo a mi sobrina», llegó a afirmar. Entre otros, a través de ella se llega a los países con mayores necesidades y se trabaja con niños de la guerrilla en Colombia, niños de los pueblos indígenas de Perú, menores de orfanatos en la India o niñas de la calle en Brasil.

Santa vicenta maria retrato

El colegio María Inmaculada es su segunda obra apostólica. Un centro educativo al que se entra por la calle San Andrés (lado opuesto a la entrada de la casa, en Fuencarral), con cerca de 500 alumnos. La mayoría son migrantes que llegan de otros distritos a quienes atienden, también, desde la pastoral del colegio. Amparo, su responsable, reconoce que le cuesta pensar en cómo era capaz de atraer la santa en sus tiempos, con tan pocos medios, comparado con los de ahora. Lo importante es recordar a muchos de estos alumnos, «con carencias afectivas, familias desestructuras, sin ilusión y sin sueños», que «Dios los quiere y la santa los cuida». Y basta, a veces, con un simple abrazo. «Cuanto peor estás, más cerca está Dios de ti», les dicen, y por eso muchos quieren conocer a Jesús, y también por eso hay catequesis de sacramentos de iniciación cristiana para adolescentes y jóvenes.

«Son personas que tienen tanto que dar, pero con tan pocas posibilidades de demostrarlo…», se lamenta la responsable. Son como los jóvenes de Vicenta María, dice, los excluidos, los enfermos del alma. La lucha por estas personas hace afirmar a Amparo que «la santa sigue actuando en el siglo XXI; cambia vidas y te lo puedo asegurar». Como extensión de la pastoral y del colegio está el centro juvenil, con actividades que se ofrecen para los fines de semana con el objetivo de ofrecer una formación integral de los muchachos.

Santa vicenta maria rosarios

Acoger, escuchar y formar

Y junto a ellos, el centro social, que es, en palabras de su responsable, la hermana Lourdes, lo que está «más en sintonía con lo genuino del carisma». Destinado a las personas más vulnerables, a él acuden mayoritariamente mujeres latinas de todas las edades, desde los 15 hasta los 70 años, en busca de acogida y escucha y también formación laboral. Hay cerca de 30 personas al día en talleres de cuidado de mayores, servicios en el ámbito doméstico, informática, inglés…

A ellas se las acoge, escucha y orienta, no solo profesionalmente, sino también en «motivaciones básicas». Porque muchas de ellas, en palabras de la responsable, «no vienen con la estructura mental para enfrentarse a la realidad tan dura con la que se encuentran» de paro y desigualdades. Es un trabajo de promoción de la mujer en todas sus aristas, tal y como hacía Vicenta María, cuentan las hermanas. «Si una puede formarse para ser cocinera jefe y no del cuerpo básico de cocina, mejor».

Por último, en este «emporio educativo y preventivo» que se encuentra entre Fuencarral, 97 y san Andrés, está la residencia de estudiantes para chicas universitarias. Actualmente, 155 alumnas reciben una formación humana y cristiana, al igual que en su día hizo la santa con sus chicas, para transformar el mundo.

Santa vicenta maria tumba

La vida en un palacio

Lo hacen en un ambiente de familia y en un edificio único. «Vivo en un palacio en el centro de Madrid», dicen algunas cuando les preguntan por su casa. Y es cierto, porque el edificio en el que se encuentra es el palacete que compró la santa junto a sus tíos para acoger a las muchachas, edificio que no llegó a habitar porque murió antes —con 43 años, de tuberculosis—, y que en la actualidad es bien protegido por la Comunidad de Madrid. En el salón de los espejos estuvo en su día la capilla de la comunidad religiosa y las maderas del suelo eran de tal calidad y sonaban tanto que las novias jóvenes las llamaban el tablao flamenco.

Este edificio está unido a otro palacete, ya reformado, vivienda de los tíos de la santa, que aún conserva la escalinata y la barandilla originales. Las hermanas las preservan como reliquia que son, al igual que otros espacios, como la habitación en la que se veló su cuerpo cuando murió. «La calle Fuencarral se llenó de un río de chicas jóvenes que vinieron a verla; seis días duró el velatorio». Actualmente, su cuerpo se encuentra en la iglesia de la congregación, que está abierta al público, tiene dos Misas diarias y forma parte de la Ruta de la Santidad inaugurada por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en 2021. 

Santa vicenta maria isidora y nieves

La hermana María Nieves (en la imagen superior, arriba, junto a la hermana Isidora) es una de las mujeres que más conoce a Vicenta María. «Yo tengo dos pasiones: la Semana Santa de Sevilla —fue bautizada, afirma con rotundo orgullo, ante Jesús del Gran Poder— y la santa». La santa «fue una mujer de carácter fuerte, pero tan trabajado en el Cristo pobre y humilde que fue excesivamente humilde», cuenta. Una jovencita elegante, pero no vanidosa, que hablaba francés, tocaba el piano y pintaba. «A los 12 años ya le llevaba las cuentas a su padre», sentencia. Una joven «muy normalita», nada protocolaria; con mucho sentido del humor heredado de su padre y de su abuelo, y muy devota de Santa Teresa de Jesús y san Ignacio de Loyola. «Su director espiritual fue un jesuita», explica la religiosa.

En el museo que las hermanas han preparado en la casa madre se pueden ver todos los utensilios que manejó en su enfermedad, muchos abanicos porque ella era de abanicarse, el Niño Jesús al que se abrazó al morir, la caja de higos en la que se escondieron sus restos durante la guerra civil, sus zapatillas de esparto, su hábito… Pero lo más importante, relata la hermana, son las cartas manuscritas suyas, de su padre, de su madre… Más de 1.700 que milagrosamente también se salvaron de la contienda del siglo XX.

Todo ello delata la vida de una mujer que educaba a las chicas «para ser santas y apóstoles» y que hizo de lo ordinario algo extraordinario, resume la hermana María Nieves. Esto es, «lo del día a día con caridad».

Santa vicenta maria nieves

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