No es un amanecer caluroso, pero este miércoles, 23 de julio, no tampoco hacía el frío de otras mañanas en la localidad serrana de San Lorenzo de El Escorial. Allí, en el Real Colegio Alfonso XII, está teniendo lugar la quinta edición del Observatorio de lo Invisible, escuela de arte y espiritualidad organizada por la Fundación Vía del Arte.
Parte de los alumnos del Observatorio participan en la Eucaristía de 8:15 horas que, como cada día, se celebra en la capilla del colegio, un bello espacio decorado con frescos que reflejan, entre otros, la Anunciación, la Sagrada Familia en la carpintería de Nazaret, la huida a Egipto o el Bautismo en el Jordán.
El colegio se encuentra en la parte izquierda del monasterio que Felipe II mandó construir en el siglo XVI. Hasta la desamortización de Mendizábal lo atendieron los jerónimos; después, en 1885, se pidió a los agustinos que lo cuidaran, una comunidad que permanece a día de hoy, y quienes fundaron el actual colegio. En sus instalaciones —en medio de claustros, escaleras de piedra, muros gruesos y puertas de madera antigua— se han dado cita cerca de 200 personas para participar en una semana de arte, creatividad y espiritualidad a través de diferentes talleres.
Dios en lo invisible
La Iglesia celebraba a Santa Brígida de Suecia, patrona de Europa, una mujer que vivió en el siglo XIV y supo «encontrar a Dios, que es el habitante por antonomasia de lo invisible». Lo dijo el sacerdote en la homilía; uno de los seis que participan en el Observatorio, además del capellán, Fernando Bielza. Presbítero de la diócesis de Madrid es párroco de Santa Cristinay Santa Margarita, y, por tanto, de Javier Viver, escultor, director del Observatorio, que tiene su estudio a escasos metros de la parroquia (en la imagen inferior, hablando con una de las participantes en el Observatorio).
Cuando Fernando llegó a Santa Cristina, le mencionaron Javier y quiso conocerlo. «Nos pusimos a hablar de arte» y se entendieron a la perfección, así que el sacerdote se ofreció para lo que necesitara. «Cuenta conmigo, estoy a tu disposición». Y comenzó una estrecha colaboración de orientación y acompañamiento espiritual con Vía del Arte que pasa por, entre otros, la predicación del Retiro del Duende (ejercicios una vez año en el Paular); la participación en las charlas sobre La Belleza de Cristo (a partir del hombre de la sábana santa se analizan los detalles concretos de su cuerpo); los encuentros en torno al arte y la espiritualidad, y el gran evento anual, el Observatorio de lo Invisible, del que Fernando es capellán desde el principio. «Al final todo esto va de que la Belleza se ha hecho carne».
Libertad creativa y personal
En uno de los claustros del colegio se ha instalado un espacio, con un Cristo Crucificado y una Virgen, ambos obra de Viver, en el que se realiza por las tardes la oración polifónica. Hay quienes no han rezado nunca, explica el capellán, y esta zona acondicionada, fuera de la capilla, con moqueta y cojines en el suelo, quita rigidez y les permite expresarse con más libertad.
Precisamente la libertad es una de las notas destacadas de este proyecto. Así lo expresa Juan Bosco, uno de los jóvenes —de los muchos, por cierto— que participan en esta edición. Lo ha hecho gracias a una beca de la Asociación Arte y Fe —varias entidades colaboran subvencionando la matrícula— y este miércoles ha deleitado a los asistentes a la Misa interpretando la Salve con una gaita que toca con destreza después de dos años de aprendizaje. Él está en el taller de Música, preparando las Cantigas de Santa María de Alfonso X El Sabio. «Aquí hay un ambiente de libertad, tanto a nivel creativo como a la hora de compartir; me siento libre de ser yo al cien por cien y estoy conociendo a gente súper interesante».
«Aquí hay de todo», añade el sacerdote. Por un lado, «gente que es artista y tiene fe, y en este luegar les resulta cómodo compatibilizar sus dos vocaciones». Javier Viver apunta que todos ellos «experimentan la pertenencia a un grupo de personas que les interesa el arte y Dios, y pueden hablar de ello sin que se sientan raros». Porque muchas veces se sienten incomprendidos no solo por la sociedad, también por la propia Iglesia.
Y luego hay gente, continúa el sacerdote, que está «abierta a la trascendencia y venir aquí les parece fetén». Hay «muchísimos» que piden confesar durante el Observatorio, y otros que no se confiesan habitualmente pero piden hablar con el sacerdote sobre situaciones vitales. Por ejemplo, el día que nos vemos Fernando ya ha quedado con tres personas. «Un artista es alguien que pretende ser auténtico y libre», así que se trata de que «desde esa libertad se encuentren con el Autor de la libertad».
El capellán sigue contando, mientras los participantes desayunan en los comedores del colegio, antes de empezar la mañana de talleres. Hay personas para las que el Observatorio «forma parte de su camino de fe»: cambian su forma de ver la Iglesia o, como destaca Viver, quienes descubren en el sacramento de la Eucaristía una «performance» cuyos gestos les acercan a la Belleza. «Cada uno viene con su historia», señala el director: «los que ya viven de forma natural una vida de piedad» o los que tienen una vuelta a la Iglesia, como una de las chicas de la edición pasada, que vivía con su novio y «a raíz de esto se ha casado». O un vecino suyo, con una «vida super tortuosa» que «viene al Observatorio y de repente se plantea el tema de Dios; tiene su recorrido, pero desde entonces lleva una cruz colgada al cuello».
El director, a quien muchos acuden para hablar, reconoce que los momentos de las comidas o de las cervezas del aperitivo son importantes porque «surgen conversaciones increíbles» y todo eso es «muy gratificante». Lo que reconoce igualmente es que «es una pasada estar tan bien atendido» no solo por Fernando, sino por los otros seis sacerdotes que participan en la edición. Como Juan Pablo, que además de cura es mago y el primer día preparó un espectáculo que dejó a todos asombrados.
Abandonamos el complejo de los agustinos asomándonos al taller de expresión vocal del Niño de Elche, al de fotografía de Rosell Meseguer y el de pintura con Miguel Coronado. En este último participa una de las dos agustinas de la Conversión matriculadas este curso. «Es tener con nosotros la presencia maternal y tierna de la Iglesia», expresa Bielza.
El Observatorio de lo Invisible concluirá el próximo sábado, 26 de julio. Entre los invitados para participar en los foros que se realizan por las tardes han estado Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, que mantuvo un diálogo con el Niño de Elche sobre la posibilidad de Dios en el acto creativo; y el pintor Antonio López con un encuentro sobre el arte y la creación.