Adrián León (30 años) creció en una familia «no especialmente religiosa» en la que «la abuela ha sido el pilar de la fe». Nacido en Pozuelo, estudió en colegio e instituto públicos y, desde bien pequeño, se integró en la parroquia Asunción de Nuestra Señora.
Con 19 años acudió a la Vigilia Pascual del pueblo de su madre, en Badajoz, más por una chica que estaba conociendo que por otra cosa. Pero «el Señor se puso en medio» y en aquella celebración esa idea de ser sacerdote que ya se le había pasado por la cabeza bajó al corazón. «Fue distinto y lo reconocí; fue definitivo».
Le costó dos años decidirse a entrar en el seminario, pero allí se presentó un día de derbi madrileño. Al entrar, vio a un chico con la camiseta del Real Madrid. «Por lo menos hay uno normal», pensó. Y ríe. Afirma que los años del seminario han sido «muy felices». Con tantos chicos y realidades diversas, «he conocido lo que significa la Iglesia católica».
También ha habido durezas y habla de hace dos años, cuando se vio que «no era el momento de ordenarme de diácono». Pero Dios, que es fiel y siempre «cumple sus promesas», tuvo un gesto de cariño con él. En la ordenación de los de su curso, en la que él acolitaba, le dijo: «Yo he soñado esto para ti, pero no es ahora».
De aquel chaval que empezó hace nueve años le queda a Adrián «la ilusión». Sigue «esa inocencia de dejarme sorprender por el Señor, sobre todo por su misericordia». Una misericordia que en el seminario la veía para con él y ahora, en la parroquia, para con la gente. «Ellos me ayudan a creer en Dios porque veo que pasa por sus vidas».
A su vez, Adrián es muy diferente, «eres una persona distinta, mucho más enamorado de Jesucristo y de su Iglesia, también porque la he podido conocer mucho más y amarla mucho más».
Pastoral en la parroquia
Cuando a Adrián lo destinaron en etapa pastoral a la parroquia Santísima Trinidad de Madrid, en el barrio de la Concepción —a dos pasos de la parada de Metro que lleva este nombre— jamás había estado allí. Fue hace tres años, en los que ha ido «diciendo que sí al Señor en lo pequeño» y aprendiendo. «Tenéis que enseñarme a ser cura», les dice a los mayores.
Una parroquia peculiar en su forma, con un templo que hace las delicias de los arquitectos y, también hay que decirlo, de los fotógrafos en las bodas. Ideal porque todos los bancos están dispuestos de forma circular en torno al presbiterio y porque el techo es un lucernario que lo llena de luz.
Este joven es consciente de que no va solo al sacerdocio ni hacia la santidad. «El Señor me quiere santo a través del sacerdocio», y en esto está su racimo, la gente de la que se siente responsable en su parroquia. «Mi salvación depende de que vosotros os salvéis», le dijo el otro día a una de las sacristanas cuando le mandó sus buenos deseos para la ordenación.
En la parroquia están viviendo su ordenación con «mucha alegría». Una alegría no solo por él, sino «por la Iglesia, que tiene un nuevo sacerdote». Él los ha involucrado mucho, «porque es algo suyo también, me ordeno para ellos».
Por ejemplo, el dibujo de su invitación lo ha hecho un joven de la parroquia, y tiene una gran significación para Adrián. Su lema presbiteral es Junto a la cruz de Jesús (Jn 19, 25), que «para mí esta es la mejor catequesis». «He rezado mucho con ser Juan, tener su mirada y ver a Cristo entregando la vida por nosotros, y a su Madre a los pies acogiendo a todos como hijos». A los pies de la cruz, como Juan, «es el sitio donde como sacerdote quiero estar» y, desde ahí, «llevar a la gente hasta allí».
Una Virgen que él venera de una manera especial bajo la advocación del Consuelo. De hecho, ha elegido para su Misa de acción de gracias la propia de Nuestra Señora de la Consolación, patrona de Pozuelo, ante la que tantas y tantas horas ha rezado a lo largo de su vida, y Ella «consolándome y fortaleciéndome».
«En lo pequeño Dios va a actuar»
El día de la ordenación le impondrá la casulla Luis Melchor, que es de su parroquia de Pozuelo y «la primera persona que me acompañó» en todo su proceso vocacional. Y se acordará especialmente de su abuela, que podrá acompañarlo presencialmente en la catedral. «Todos los días reza una oración al Espíritu Santo por los sacerdotes». Tendrá memoria agradecida para «esa chica por la que, cuando intentaba conquistarla, Dios se cruzó; tantos sacerdotes y tanta gente de la parroquia».
«No me quiero ni imaginar pronunciando las palabras de la consagración el sábado… ese asombro por celebrar la Eucaristía, por sentarme en un confesionario». Vendrá todo por la unción de las manos con el santo crisma, «unas manos que en mi caso son muy pequeñas, pero en lo pequeño Dios va a actuar; a través de ellas se hará presente el Cuerpo y la Sangre de Cristo y pasará su misericordia en la absolución».
Datos de la ordenación
Adrián León Soltero será ordenado presbítero el sábado 24 de mayo en la catedral de la Almudena, a las 19:00 horas, junto a Pablo Vidal González, Carlos Tamames Grech, Héctor Gregorio Crespo, Jesús Rodríguez Jara, Jaime López-Riobóo Zárate, Juan Orduña Méndez, Roberto Reyes Guzmán, Antonio Gil-Delgado Ruiz de la Prada, Álvaro Pérez Turbidí y Juan José Rodríguez Rojas.
Celebrará su Misa de acción de gracias el viernes 6 de junio a las 19:30 horas en la parroquia Santísima Trinidad de Madrid (c/ Martínez Villergas, 8).