«Soy sobre todo un cristiano». Así se define Jaime López-Riobóo (27 años) a pocos días ser ordenado presbítero. Nació en una «familia clásica, el mayor de dos hermanos, donde Dios tampoco es que fuera el centro, ni la vida cristiana se viviese con intensidad». Pero, «en medio de todo esto, Dios se fijó en mí».
Con 14 años, Jaime cambia de colegio y empieza en el Arzobispal de Madrid. «No porque yo quisiera ser cura», sino porque le atraía el que fuera un colegio diocesano y pensaba que allí iban a estar «más pendientes de ayudar a la persona». Así, llegado 1º de Bachillerato, el entonces adolescentes tuvo un «encuentro muy fuerte con Jesucristo» y vio que quería que le entregara la vida, «y la manera era en el sacerdocio».
Pero Jaime decidió matricularse en la universidad. Pensaba que sería una «buena idea para ver mundo», y lo que vio fue que «mi sitio no estaba en el mundo» en el sentido de «una vida laical, pública, social». «Reconozco que descansé, porque seguir prolongando una respuesta al Señor me estaba generando tensión».
En esto, cuenta, «me ayudó mucho, y siempre le estaré agradecido, el cardenal Osoro» [Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid], que le invitó a hablar con él en su casa cuando le mostró sus inquietudes. En ese encuentro «vi la mano de la Iglesia y di el salto para empezar el curso introductorio».
Luces y sombras en el seminario
Los años del seminario han sido «muy bonitos» porque «son años de crecimiento en la relación de amistad e intimidad con el Señor, de profundizar en su misericordia y de enamorarse cada más de Jesucristo». Le ha ayudado especialmente el estudio de la Teología, «una luz grande para mi vida para conocer más el misterio de la Iglesia, por la que yo voy a entregar mi vida».
También han sido «años duros», tercia. «Cuando uno se pone delante de la luz ve las manchas, y cuando se acerca al Señor descubre sus heridas». Dios tiene que «renovar, sanar y transformar la vida». Para que haya pan de la Eucaristía, ejemplifica, «el trigo tiene que ser molido». Así, el del seminario «es un proceso de ser molido» para que desaparezca el hombre «y se manifieste la gloria de Cristo», en palabras del Papa León XIV que trae a la memoria Jaime.
El paso de Dios por la vida de los fieles
De este tiempo pastoral que Jaime lleva en la parroquia San Miguel de Las Rozas, lo que más le toca el corazón es «ver el paso de Dios por la vida de la gente; es impresionante cómo Dios está empeñado en hacer un camino de salvación y de amor con cada persona». Ha conocido gente que redescubre a Jesucristo ya de mayores —sus propios padres, después de hacer un Cursillo de Cristiandad—, o jóvenes en procesos vocacionales, o niños que quieren ser cristianos, como la de 10 años que bautizó hace un par de viernes.
Jaime asegura que está tranquilo ante su ordenación presbiteral; «en realidad estaba más nervioso en la ordenación de diácono, suponía entrar ya en el orden sacerdotal». «Estoy viviendo el día a día con naturalidad, haciendo lo que tengo que hacer, que ahí es donde me espera el Señor».
Se muestra entusiasmado cuando piensa que estrenará ministerio a la vez que el cardenal Prevost pontificado. «Ese sí que ha dado el Papa León XIV» a la misión y a la cruz «es el que sostiene y alienta nuestro sí». «Somos los sacerdotes de León XIV, le ayudaremos con nuestra oración y colaboración; aquí nos tiene el Papa».
Quizá el momento que espere con mayor ilusión sea el de la unción de las manos, que «representa esa unción del Espíritu Santo; estos años últimos he tenido un redescubrimiento de la vida del Espíritu». Así que «ser ungido como Cristo por el Espíritu Santo me consuela». Además, la unción de las manos es «signo de que mis manos van a ser las manos de Cristo para traerlo en la Misa, para perdonar los pecados, para consolar…».
Es el mismo Cristo sacerdote quien será su modelo en su futuro sacerdocio. «Su manera de ser sacerdote es ofrecer a sí mismo; quiero vivir mi ministerio al estilo de Cristo, que mi sacerdocio sea una oblación de mí mismo para la gloria del Padre y, desde el Padre, para la gloria de mis hermanos».
Una imagen de Jesús que él identifica con el Ecce Homo del retablo de la capilla del seminario, en la ha pasado en oración «horas y horas», como tantos otros antes que él, «tantos testigos del Señor». «Con el paso de los años ves que todo ha tenido sentido, que todo es perfecto, que es una historia que va tejiendo Dios», concluye.
Datos de la ordenación
Jaime López-Riobóo Zárate será ordenado presbítero el sábado 24 de mayo en la catedral de la Almudena, a las 19:00 horas, junto a Antonio Gil-Delgado Ruiz de la Prada, Pablo Vidal González, Héctor Gregorio Crespo, Carlos Tamames Grech, Jesús Rodríguez Jara, Juan Orduña Méndez, Roberto Reyes Guzmán, Adrián León Soltero, Álvaro Pérez Turbidí y Juan José Rodríguez Rojas.
Su lema presbiteral es Pro eis (Por ellos, Jn 17, 19). Celebrará su Misa de acción de gracias el viernes 30 de mayo a las 20:00 horas en la parroquia San Miguel Arcángel de Las Rozas (Avda. de la Iglesia, s/n).